Sus artículos

Entre pitos y flautas, han detenido a unas 21 personas en los últimos días, en Madrid y en Sevilla, acusándolas, oh cielos, de haber participado en manifestaciones antifascistas, y de mil maldades más. Hay entre ellos libertarios, filósofos existencialistas, intelectuales marxistas, nacionalistas de izquierda y amantes del fútbol. Lo mejor del país se pudre en los calabozos, vegeta en libertad provisional y espera juicio. Hay que contextualizar el problema.

La Constitución Española reconoce el derecho a reunión pacífica y sin armas, sin necesidad de comunicarlo a la autoridad. Este derecho lo puedes ejercer, por ejemplo, en casa con tus padres y hermanos y hermanas en la Cena de Navidad. A partir de ahí se establecen una serie de limitaciones, en función del objetivo que tenga tu reunión, y de dónde vayas a celebrarla.

Hoy toca un tema plomo plomo, porque me han pedido que explique cómo funciona eso del sindicalismo en la empresa. Cielos.

Cuando luchas contra un monstruo durante mucho tiempo, éste te acaba convirtiendo en monstruo. Cuando miras el abismo, el abismo te mira a ti. Esto se lo expliqué a Nietzsche mientras tomábamos snachps en Baviera, y el pobre se atragantó de tal modo por la emoción, que empezó a toser y no pudo enterarse del resto del aforismo. Ahora que por fin está muerto, os lo voy a revelar.

 

El gobierno ha aplazado por una semana la promulgación de la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, por “ajustes técnicos de última hora”. Y andan dándole vueltas a una Ley de Huelga que la haga imposible. Algo les ha debido de apestar cuando retrasan siete días el contubernio. Mientras, doscientos trece abogados del Estado se encuentran en estos momentos cuadrando la Ley, buscando en internet lo que hacen en Corea con los escraches y cosas así.

El Derecho es una ciencia que pretende dar su merecido al delincuente. Una vez que el legislador establece lo que no se puede hacer “so pena de”, el fiscal tiene una obligación ineludible: demostrar que su acusación es cierta, sin ningún género de duda.

 

Como no podía ser de otro modo, la policía española, apoyada e instigada por la chilena, ha organizado un complot de órdago para detener a anarquistas chilenos, italianos y de otras partes, y encasquetarles el tenebroso atentado de las bombas en las Iglesias, que hay que denunciar como un pedazo de montaje monumental, más gordo que el Pilar y la Almudena juntas. 

 

Hasta los hocicos de que todas las mañanas la del noticiario me cuente no sé qué problema que hay con la doctrina Parot, que maldito sea el día en que se puso alguien a predicar en su nombre. No sabe uno ya cuánto tiempo hace que empezaron a largar de este asunto, que tiene que ser importantísimo comparado con los muertos por accidente de trabajo, de tráfico, o por ahogamiento en la piscina. Hay que ver la santa indignación del pueblo por los crímenes abyectos.

La guerra no se ocupa solo de soldados, armas y territorio. Adopta formas muy diversas, y por eso hay guerra frías, calientes, limitadas, comerciales, electrónicas, irrestrictas, psicológicas… Laborales. Nosotros estamos en guerra. Y para perder esta guerra, lo mejor es no darse cuenta de que estamos metidos en ella. Porque así el patronariado y el gobierno van destruyendo los pequeños focos de resistencia. Antier fueron los controladores, ayer los del metro, ahora los de la limpieza...

Me parece que las denuncias que recibo en materia de derecho laboral van a suponerle a mi neurona un acusado desgaste de acetilcolina, mucho peor que el de beber vino de brick a las seis de la mañana, dónde va a parar. Leer un simple Boletín Oficial de la Provincia (1), es un verdadero desafío en muchas ocasiones, pero si hay que morir, se muere. Vamos allá. La cuestión es la siguiente.

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