Este prejuicio tan fuertemente arraigado en mí, tiene el siguiente fundamento. Como anarquistas, de forma dogmática y protocolaria, es decir, que es así y así tiene que ser, pensamos que quien mejor capacitado está para tomar decisiones en torno a aquello que a uno le afecta, es uno mismo. Uno puede tomar malas decisiones, como el que se electrocutó metiendo los dedos en un enchufe para ver si había corriente. Pero al menos tomó su propia decisión.