¿Por qué hay que desconfiar de la izquierda en el Poder?

Este prejuicio tan fuertemente arraigado en mí, tiene el siguiente fundamento. Como anarquistas, de forma dogmática y protocolaria, es decir, que es así y así tiene que ser, pensamos que quien mejor capacitado está para tomar decisiones en torno a aquello que a uno le afecta, es uno mismo. Uno puede tomar malas decisiones, como el que se electrocutó metiendo los dedos en un enchufe para ver si había corriente. Pero al menos tomó su propia decisión.

 

Pero el mundo no funciona de ese modo. En las luchas sociales, cómo no, hay muchos dimes y diretes. En ellas aparecen desde curas a izquierdistas, con un discurso muy parecido al nuestro, salvo en una cuestión: que cuando la izquierda tiene algo de mano en el Gobierno, maniobra para que quien otorgue lo que sea, sea el Gobierno.

 

Es muy fácil de entender. La izquierda llega al poder para gobernar. El Gobierno sirve para gobernar, y establecer la clara diferencia entre el que manda, y el que obedece. Eso es así. No pueden dejar que la gente conquiste la justicia, porque  entonces, ¿para qué servirían ellos?

 

Por eso, si tú estás metido en una lucha guapa a base de asambleas, piquetes y ocupaciones, y aparecen los izquierdistas encumbrados, inmediatamente intentarán dividir al personal. Bajo cuerda irán prometiendo al pueblo obrero, que si se dejan de mandangas y de críticas a las autoridades, ellos, que tienen Poder, arreglarán lo tuyo y te pondrán las llaves de un piso en el bolsillo. O sea, que la izquierda que manda, sigue la regla del cacique de casino, que dicta así: tendrás para comer, si sirves con diligencia al amo. Por las buenas irás al cielo. Por las malas a Traumatología.

 

Y la tentación para la masa es fuerte. ¿Quién no va a creerse la promesa del diputado, del concejal o del ministro proletario? Porque lo que te ofrece el anarquista asambleario… ¿qué es?  Pues ir a Traumatología a corto plazo.

 

¿Puede el izquierdista gobernante cumplir lo que promete? Pues no. Ya sé que a la vista está, pero os lo explico: cualquier cargo público se somete al imperio de la Ley, que suele ser muy quisquillosa en el tema de la defensa de la propiedad privada de los ricos, los bancos y los privilegios. Y, por tanto, el Fulanito del Partido Megarojo, una vez recibe la poltrona, cumplirá lo que diga la Ley. Lo más que puede darte, es un enchufe, no lo que es justo y digno, porque la dignidad y la justicia no puede dártelas nadie.

 

Así que si tú vas y denuncias el cambalache, ojo, que como seas insistente…, te van a dar los camaradas una paliza y dejarte algún hueso roto, señalándote de camino, que quien busca, haya. 

 

Quien avisa, no es traidor. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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