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Hoy vamos a hablar de contagios ideológicos. Primero los vampiros. Para que un vampiro te apadrine, él tiene chuparte la sangre, luego él ofrecerte su propia sangre y tú chuparla. Ser vampirizado –por lo tanto– es una cuestión de chupeteo.

Algunas veces me han dicho, estos días por ejemplo, que parezco el campeón de los reaccionarios criticando a la izquierda que manda o a la que quiere mandar, cuando la derecha es mucho peor. ¿Y qué otra cosa puedo hacer, si hay cosas que criticar? A ver si ya ni criticar va a poder uno. 

 

Los políticos y mandamases, desde que existen, se han presentado a sí mismos siempre como simples servidores del pueblo, los primeros en el sacrificio, que  procuran por encima de todo, y con mucha ética, el bienestar del pueblo. Ellos están ahí, sirviendo al interés público. Pero… ¿Cómo llegan ahí?

 

¿Hay altruismo de izquierdas? Viendo cómo actúan los camaradas cuando entran en los ayuntamientos y gobiernos… Pienso que esos izquierdistas con mano que enchufan, enjuagan, cosechan, mandan y beben cerveza a cuenta del presupuesto, se deben al ambiente en que se mueven y a sus propios deseos. Vamos a pensar un poco en eso del deseo. 

 

El gobierno andaluz, del PSOE, ha advertido a su socio de Izquierda Unida, que “o está con el Gobierno, o está fuera del Gobierno”, (1) porque como dice el refrán, no se puede estar repicando y en misa. Viene el dicho a cuento de que los izquierdistas unidos, solicitan al Ayuntamiento del PSOE “luz y agua” para familias ocupas de Sanlúcar de Barrameda.

A partir de lo dicho sobre la “política de lo real” (1), me pide una lectora que explique, qué es para mí la Razón, o tener Razón. Bueno, la razón tiene que ver con la verdad y con lo cierto. Y para mí tener la razón, significa estar equivocado. Hacer buena política basada en la Razón, implica obtener un fracaso rotundo.

 

Los políticos cuando practican el cinismo moderno, es decir, cuando saben que son unos infames, pero les da lo mismo, emplean una lógica que viene a decir que lo importante no es participar, sino ganar. Y que para ganar no hay que tener razón, sino que hay que buscar el éxito.

Nuevas plataformas agitan el horizonte utópico. Ayer conmocionaban en las elecciones europeas, y visto el éxito, para el mañana se preparan las municipales. Y dado que el discurso que lanzan a los cuatro vientos es el de que hay que hacer “política desde abajo”, ni  corto ni perezoso he ido a ofrecerme como cabeza de lista a la alcaldía. 

 

Al grano: en España tanto anarquista como libertario significan lo mismo. Pero… Hay un sutil matiz de diferencia: un libertario, a veces, es un poco así como un anarquista que se avergüenza de serlo. Y un anarquista es un libertario al que no lo aguanta ni su madre. Vamos a verlo.

 

¿Que cómo me cae Felipe VI? Ahora mismo, mal, francamente mal. Hasta el día de su coronación, me parecía un ganso que era hijo de su padre y nada más. Pero el día ése, que le pusieron el coronamiento, ese día él era el Jefe del Estado. 

 

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