Durruti me contó en 1960, tomando un café en Berlín, que cuando acabaron los combates del 20 de julio de 1936, mientras curaban la herida de Ascaso, llegó Federica gritando como loca “¡La Revolución!, ¡es la Revolución! [miradas de estupor], ¡que ha llegado cojones!”, y Juan, Francisco y José respondieron ”¿ya?, ¡no jodas!, ¡ostras!”. Ninguno de los tres se había dado cuenta.