Sus artículos

Evidentemente, no. Todos sabemos a qué se refieren con esta pregunta, y hay que ser un estúpido para tragarse que tras la muerte personal, la conciencia puede sobrevivir sin cerebro, sin sangre y sin bocadillo de tortilla. Pero así son las cosas, la gente se ilusiona con la más absurda chorrada: la inmortalidad.

Ahora que pasó el Estado de Alarma, podemos mirar fríamente el plato de judías que nos cocieron en esos días los poderes fácticos, empleando una emoción tan antigua como eficaz: la envidia.

Pregunta en el anterior artículo Aurora Boreal (1), que qué pasa con los anarquistas que andan tan despistados con lo de la Revolución. Es muy simple: que hay anarquistas que no se la imaginan. Para que los anarquistas trabajen por La Social, la tienen que plantear como posible. Porque todo cuanto puede ser pensado, para que pueda producirse,  ha de ser imaginado. Dios, para que exista, ha de ser imaginado. Si no, no existe.

Esta mañana he recibido la paloma mensajera de mi agente en el Cairo, informándome de que todo ha salido a pedir de boca. ¿Cómo? Me he apresurado a leer la prensa atrasada del bar de la esquina, donde se cuenta la caída de Murabak.

El debate sobre la necesaria reforma del mercado de trabajo y de las pensiones, nos muestra una vez más el sentido del humor de la casta gobernante y empresarial del Reino. Rubalcaba, unas horas después de firmado el contubernio con los agentes sociales, mostraba su satisfacción, afirmando con una sonrisa taimada, maliciosa, venenosa, que el acuerdo alcanzado beneficia a los más jóvenes, que gracias a los contratos temporales y a tiempo parcial, podrán acceder a un empleo remunerado.

La consulta la hace KK en estos términos: Mi padre fue trabajador de un astillero y lo han prejubilado. Él no quería… ¿Qué hay de malo en una prejubilación? Te jubilas antes de la cuenta, dejas de currar y tienes pensión, de lujo entonces, ¿no? […] Lleva deprimido un año. Si hay inconvenientes, los desconozco totalmente... Puedes aclararme. ¡¡Gracias!!

Eso ha pasado. He perdido a mi agente para Islandia. Yo venga a hacerle señales con la linterna, inquieto porque no me contestaba…, y resulta que se había marchado. Estábamos planificando conquistar Zaragoza por el Ebro, con una flota de submarinos, y ya no va a poder ser, porque a mí no me cabe su ropa. Se ha ido uno de los nuestros, uno de esos cuyo hogar se encuentra allí donde se pone el corazón.

La tristeza de Verónica es mayúscula, dice, porque ha comprobado como una persona a la que tenía en alta estima, ha sido descubierta comiendo bocadillos de jamón, comprando en un gran centro comercial videojuegos, y yendo al fútbol a animar a un equipo español. Además, esa persona le ha contagiado un herpes genital, que dice el tío que se lo ha pegado su mujer. Bueno Verónica, pues eso te pasa por poner a alguien en un palmito.

Llegan protestas de una persona, que afirma que alguien le borra comentarios en los que me denosta. Invocando la libertad de expresión, exige que deje sus comentarios abiertos, de cara a que me pueda poner verde, ya que es intolerable (asegura) que no pueda destacar mi reformismo, mi incultura, mi destructividad, mi ignorancia, y cuantas cosas se le pasan por la cabeza. Por lo visto ha ocurrido en cuatro ocasiones.

Leer la prensa, hace que mi cerebro reptiliano descargue desde su más oscuro abismo, imágenes de ejecuciones sumarísimas por aplastamiento entre piedras. Una tradición perdida de los pueblos de las canteras, que eliminaban así a ricos avarientos, no por venganza, castigo o justicia, sino, simplemente, para restaurar el equilibrio cósmico universal…, y repartirse la pasta.

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