Estaba ayer abriendo la quijada hasta el infinito, mientras escuchaba un mitin de lo mal que está todo, cuando un joven de unos diecisiete años, se pone a mi lado y me pregunta con marcado acento de p’ahí…
— ¿Qué es esto señor?
— Una protesta.
— ¿Son comunistas?
— Algo parecido… ¿Cómo te llamas?
— Soy Flavio, el Transilvano.