Leer en la caverna

Leer la prensa de derechas es algo muy inspirador. Uno la ve en cafeterías, esperando al médico, o donde el barbero... Uno la contempla con la misma precaución que un artificiero una bomba cargada de clavos oxidados y herrumbrosos.  Y lee. Uno siente como si se hubiese topado con un monstruo prehistórico durante su paseo primaveral por el prado de las flores... Y apareciese un bicho de seis metros de altura, saludable, sonriente, con pinchos y escamas blindadas. Las fauces llenas de baba y carroña putrefacta entre los dientes, suficiente para mantener a una higienista dental entretenida para la totalidad de su vida profesional, desincrustando un par de colmillos.

No es que la llamada prensa de izquierdas me resulte mucho más grata, no. Uno se encuentra propaganda, mentiras, hipocresías y tonterías insustanciales, sinuosas, resbalosas y tortuosas. Nula capacidad para reconocer errores, servilismo y todo eso. Pero la de derechas, a la hora de desarrollar un cáncer de hígado, es mucho más eficaz, sin duda alguna. Dónde va a parar la cosa.

Como digo, cojo el periódico, y me estremezco: aquí un cura hablando del matrimonio y el peligro marica; allá un político afirmando que los escraches son invento nazi; otro más diciendo que los de la dación en pago lo que quieren es quitarse la hipoteca para comprarse un piso; el de Justicia reformando lo del aborto para joder a base de bien; los de las privatizaciones de hospitales jurando que el personal será el mismo, los materiales los mismos, los recursos los mismos, la atención la misma, pero más barato; y si alguien se tira un peo en el País Vasco, es la estrategia proetarra; la Pantoja zarandeada por los medios y acusan a la turba enloquecida del escrache separatista... Con lo de Venezuela… ¡Pero si ganó Maduro! Los dos candidatos llevan un chándal feísimo, sí, pero en la democracia gobierna el que saca un voto más, ¿no? Llegado a este punto, leo a los opinantes, los comentarios de los lectores, y mis ojos protruyen como los de un besugo con exoftalmos. Cielos, son auténticos fascistas de diploma, discípulos del Doctor Goebels. No les cae un rayo, no se abre la tierra a sus pies, Dios no existe. Y eso demuestra que vivimos en el filo de la navaja.

Con esa banda difundiendo consignas casposas, la poli dando candela, los jueces mandando al trullo al protestatario, y el político repartiendo prebendas y castigos, si la cosa se desmanda y no resistimos, el día menos pensado vemos a la tropa desfilando por el Arco de Triunfo, al pueblo aclamando, y a la vera del campo de concentración un robusto horno crematorio. El barniz democrático es muy fino, y si se rasca al licenciado, aparece una buena costra de vil facha servil.

Amigo libertario, organízate y avanza sin condescendencia, lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

 

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Estimados, la computadora que empleaba en estos y otros menesteres, se estropeó. Intenté arreglarla con las tenazas, nada, con el martillo, nada, en el cogelador, nada, y al final, nada. Así que me veo obligado a usar chismes prestados a salto de mata, en este caso el del médico de cabecera, que está tomando café. Normalizaré la situción, cuando todo sea normal.

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