El 11 de marzo de 2004, ciudad de Madrid, trabajadores de todas las clases, sin distinción de edad, género, etnia, nacionalidad, fueron atacados mediante bombas colocadas por terroristas en los trenes que les llevaban de buena mañana a sus empleos y ocupaciones. Cerca de 200 muertos, muchos más mutilados o con lesiones irreversibles, miembros de la misma familia, cincuenta de ellos venidos de otros países, fueron abrazados y unidos por la Gran Niveladora. La sociedad se vio conmocionada.