Sus artículos

Hace unos días la Cospedal, mientras anunciaba que se quitaba la Tarjeta Sanitaria a determinados inmigrantes (1), preguntaba… «¿Por qué un señor que no paga impuestos va a tener las mismas prestaciones sanitarias que un señor que sí paga impuestos por estar regularizado o ser nacional?  [aplausos facistoides]». Va. Te lo explico.

Ni al peor de sus enemigos le desea el mal el Acratosaurio, así que la última y célebre luxación de cadera del Reino ha sido contemplada con la angustia del que ve la caída de un anciano. Solo se puede uno detener y echarle la mano para ayudarlo. Así somos los anarquistas (1). Lo que me parece increíble es el que el anciano desoiga mis consejos, y se deje ingresar en la privada.

Érase una vez un reino en el que reinaba un rey muy malo. Un día, mientras el rey cazaba, se quedó dormido en la casamata, y un elefante despistado se echó a descansar sobre él reduciéndolo a papilla junto con su acompañante, de forma que ni con la prueba de ADN fueron capaces de separar los restos. El Príncipe Heredero, atisbando gruesos nubarrones en el horizonte, abdicó  y marchó con su numerosa prole, cuñados, bastardos y hermanos a Grecia.

¿Que qué me parece la revolución islandesa? Es la escueta pregunta que me han hecho en estos meses varias personas. Y como todos los espías que he enviado a ese ignoto lugar, han muerto de manera misteriosa: unos de frío, otros en volcanes, y uno cocido por un chorro de agua hirviendo que salió de la tierra…

Los políticos y grandes empresarios son una casta curiosa. Aman a sus hijos tiernamente, los mandan a colegios caros, los entrenan para que encuentren parejas de su cuerda, los llevan de cacería, estudian para obtener beneficios, poder y sexo. Sus estímulos son la avaricia y el mando. Si pudieran prescindir de los trabajadores, y ganar dinero con robots, nos exterminarían, no me cabe duda, dejando un puñado de pueblerinos a los que dar órdenes como mascotas.

Estamos acabando Semana Santa. El viernes fue ejecutado Dios, tras su agitada detención en el Huerto. Veamos algunos puntos oscuros del asunto. El primero, que la doctrina cristiana está deslegitimada, porque Pedro fue un violento, que cuando detenían al predicador, cogió la espada y le cortó la oreja a Malco (1), un colaborador de la policía. 

Un breve balance: cientos de detenidos, multados, dos mutilados por pelotazos de goma, fracturas, apresamientos kafkianos empleando métodos viles, denuncias en falso, pavorosas amenazas televisadas de los poderes del estado, jueces que emplean la violencia preventiva, y tres activistas sociales encarcelados, siendo absolutamente falso todo cuanto les imputa la policía, como no podría ser de otro modo. ¿Por qué?

A ver ¿Qué son los mercados? Dicen que si flujos, que si informaciones que circulan, que si tendencias al alza o a la baja, que si regulaciones invisibles… Tonterías. Los mercados son los ricos, y cuando se habla de tranquilizar a los mercados, de lo que nos hablan es de cómo lograr que los ricos sepan que la semana que viene serán más ricos. ¿Por qué nadie habla de tranquilizar a los trabajadores? Es que yo a quien veo muy inquietos es a Juana, a Pepa, a Perico…

Hay gente que sufre mucho. Esta mañana, estaba tan tranquilo tomando el fresco en una chatarrería al lado del barrio, cuando ha llegado el colgado de turno a contarme que su mujer le ha dejado, que sus hijos no le obedecen, que le embargan la casa, que no tiene dinero, que se le acaba el subsidio, que vomita sangre, que los médicos le envenenan, y que está tan agobiado que no sabe si salir a la calle a matar gente o suicidarse. Y me ha preguntado que qué sentido tiene esta vida tan miserable, y qué solución tiene todo esto.

No ha hecho falta informar. En cuanto los currantes divisaban los piquetes, nos recibían con flores, ya que éramos su liberación. La horda policíaca, rabiosa de impotencia, rechinaba los dientes ante las adhesiones a la huelga, desgastando inútilmente sus molares. Han detenido, han golpeado, han mandado al hospital... Pero hoy han perdido. Amigo policía pro-disturbios, defiende-ricos y esbirro por cuenta ajena, ve al siquiatra de tu cuartel con frecuencia.

 

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