Menuda marimorena. En Brasil, en Turquía, en México, en mil partes, se levantan masas airadas. Pasados unos días, semanas o meses de represión y de euforia, la población que lucha se repliega y vuelve huraña a sus domicilios. Y en otro punto lejano, estallan. Y, claro, los políticos, los trepas, esa gente de la izquierda y derecha arquista manifiesta: «han fracasado por no tener partido dirigente, programa preclaro, luz que guíe la acción, dirigente supremo, no tomar el Poder y bla, bla, bla». (1).