Sus artículos

Criticar, es lo más sencillo del mundo. Hay tantas cosas mal, que se echa un vistazo alrededor, y uno se puede liar a largar. Por ejemplo, el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, atribuye el incremento de la fila de plebeyos en espera para operarse de taaantas cosas, a los trabajadores sanitarios y a sus protestas contra las privatizaciones (1). Yo lo atribuyo a la disminución de plantillas y al cierre de servicios (2). Si quitas camas, si despides trabajadores, si eliminas médicos y consultas, por supuesto ahorras pasta a corto plazo.

Menuda marimorena. En Brasil, en Turquía, en México, en mil partes, se levantan masas airadas. Pasados unos días, semanas o meses de represión y de euforia, la población que lucha se repliega y vuelve huraña a sus domicilios. Y en otro punto lejano, estallan.  Y, claro, los políticos, los trepas, esa gente de la izquierda y derecha arquista manifiesta: «han fracasado por no tener partido dirigente, programa preclaro, luz que guíe la acción, dirigente supremo, no tomar el Poder y bla, bla, bla». (1).

Tengo aquí a mi lado a un anarquista mosqueado… Le han pillado por banda tres sabihondos rojos de la izquierda alternativa, y le han dejado la cabeza caliente al describirle un anarquismo ineficaz, infantil, violento, drogadicto, contra-revolucionario, que quema contenedores en el país equivocado (en Grecia, en Brasil, en Turquía, en Egipto… Eso está bien, aquí no), y que come verduras, caga y no tira de la cadena. No sé si han pesado más los argumentos o las sesenta cervezas. De acuerdo.

Menudo misterio. Hay una cantidad tal de actividades, que el que quiere alistarse en la lucha de clases, no sabe qué hacer. Qué hacer..., que sea correcto, me refiero. Como digo, tenemos un catálogo de actividades, que supera al de cualquier campamento de verano: que si sindicalismo, que si política, que si feminismo, que si pacifismo, que si ecologismo, que si satán-ciudadanismo… Hay tanta variedad de propuestas, que con esto pasa como con las religiones, que hay muchas porque ninguna es verdadera.

Pues, esta pregunta se la hacen muchos recién iniciados en las ideas. ¿Tendremos que trabajar en la anarquía? Y responden que no, que lo que se hará en la anarquía no será trabajar, sino que los humanos llevarán a cabo «tareas no alienadas al servicio de la comunidad». Bueno, el Acratosaurio lo desmiente. En la anarquía habrá que trabajar, y será un rollo, como siempre lo ha sido.

Hoy el tema es muy intelectual. Me dicen que hable de Foucault, que fue un tío muy interesante y tal. ¿Que si sé algo de Foucault? Joder, ni idea. Pero eso no es obstáculo, ya que si un intelectual es capaz de hablar de todo sin saber de nada, el Acratosaurio con su título de Manipulador de Alimentos, no puede ser menos. Solo que a la inversa.

Mi corazón se entristece, porque escucho orrorisao a otro chaval que, ilusionado hace un par de años, está dispuesto a embarcarse en la guerra intestina (1), y dentro de unos meses estará má quemao c’un pollo azao. Los oficiales de reclutamiento ya lo tienen bastante malmetido, y su calenturienta mente asume la Última Purga. Como si fuese Dugruti en la Batalla del Embudo, me explica que las cosas se están haciendo mal, y que hay que hacerlas bien. Ante mi estupefacción me pide que no intervenga y me mantenga al margen.

Echando cuentas aquí y allí, mirando estas y otras, el Acratosaurio comprueba que en estos momentos hay en España miles de personas imputadas por daños, resistencia, agresión a la autoridad, lesiones, tenencia de drogas y mil mentiras, siendo su único delito, el único, haber participado en una protesta o haber largado más de la cuenta.

Voy a demostrar que enseñar religión es ir contra Dios. Empiezo. La escuela, que debería ser un lugar donde los niños aprendiesen cosas útiles y buenas, resulta que está plagada de paparruchas. Unas mayores que otras, y la religiosa es de las paparruchas gordas de diploma. Porque cuando se habla de religión, resulta que se habla de la monoteísta judeocristiana, incluyendo al Islam que venera igualmente al Dios Único. ¿Se pretende enseñar el satanismo y brujería? No. ¿Se pasará revista al panteón de los cazadores de cabezas? No.

Me plantea el problema de los precarios el Churri, que es un precario sindicado. El asunto me lo describe de esta manera: «La estructura sindical, solo se centra en centros de trabajo, ya que los que tienen horas (1) salen de ahí. Así que los temas que se discuten en las reuniones, están relacionados con gente que trabaja en empresas. Claro —me dice—, a un precario le da igual lo que pase en RENFE, si cierran uralita, si al tonto del trosko le quitan las horas, o si a un médico afiliado se le hinchó un huevo pasando consulta (2)».

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