Sus artículos

Me gustaría hablar de eso, de cómo el patriarcado no oprime a los hombres. Yo, como varón bien adaptado, no tengo más remedio que decir que no. El patriarcado, a quien oprime de manera masiva, es a las mujeres. Y es el conjunto de los hombres, como género, el que lleva a cabo dicha dominación.

Es en los días en los que las mujeres denuncian su situación con el “nos están matando”, hay tíos y tías que se pican, y señalan de inmediato que los hombres también sufren, del mismo modo que los ricos también lloran. Eso ocurre, en mi opinión, porque los hombres aman su sufrimiento.

 

Esto es sumamente curioso. Tsipras dimite, convoca elecciones, y la izquierda electoral aplaude en líneas generales, porque ha sembrado semillas contra la austeridad, porque ha luchado dignamente contra los banqueros, porque ha mantenido el cuello alto…

 

Hace unos días Rodrigo Rato estuvo visitando al Ministro del Interior, y la dirección de alasbarricadas me pidió un especial sobre el tema, que comentase el asunto, enlazándolo con el proceso soberanista catalán y la apertura de relaciones entre Cuba y EE.UU. Todo está –al parecer– relacionado.

El otro día contaba la diferencia que había entre un Estado y una Comunidad Moral, que Einstein (1) defendía como mejor solución para el “problema judío”. Y me pregunta uno, que qué cosa esa esa de una “comunidad moral”

 

Decía Brassens en una de sus canciones (1), tras enumerar una larga lista de cosas en las que no creía, que él era un escéptico desencantado, porque –al fin y al cabo–, a él le gustaría creer y ser feliz. En mi caso, tengo la buena suerte de ser un creyente desencantado. Estoy feliz de ser como soy.

Estaba leyendo dolido estos días sobre los horrores a que somete el Estado de Israel a la población palestina, y me he acordado de las conferencias que daba Einstein hacia 1920, cuando el sionismo era un movimiento de liberación simpático y progresista. 

 

Hace unos días tuve una discusión con un chaval que me decía que el emblema de la CNT, el de Hércules estrangulando al león de Nemea era “especista”, o sea, muy poco vegetariano. Le ofrecí algunos datos que os expongo. El león de Nemea era una fiera enorme, invulnerable, mataba a a destajo, dormía sobre una montaña de esqueletos.

Si alguien tiene el buen gusto de leer un día de estos el panfleto de Engels de “Los Internacionales de la Región Española”, podrá disfrutar de una crítica vitriólica a los anarquistas, de los que decía: que cuando pudieron tomar el poder no lo tomaron, dejando que los burgueses siguieran mangoneando; y que presumían de antiautoritarios, cuando en verdad la autoridad tendría que existir siempre (1). 

De forma tradicional y dogmática, los anarquistas hemos estado en contra del Poder y de la Autoridad. Pero hay discusión en torno a si realmente podemos oponernos a todo poder y autoridad.

 

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