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Ahora que llega una nueva cita electoral, inexorable como la emigración de lemmings suicidas, vamos a dar un repaso a lo que se dice por ahí: que hay que quitarle el mando de la nave a los políticos malvados. Hasta ahí estoy de acuerdo. Pero que la alternativa sea darle el timón al comandante alternativo, no me parece sensato. Porque… ¿Dónde están esos tipos honestos que no mienten? ¿Dónde está Moisés para hacer la travesía del Mar Rojo?

En el anterior articulillo, volvía a repetir que los anarquistas debemos participar en los procesos sociales de nuestro tiempo, ya que es imposible participar en los del pasado. Por desgracia aún no se han inventado máquinas para ir a darle unos cuantos consejos a Durruti y hacernos fotos con él.

Una de las críticas que se suele hacer a los anarquistas, es que se lo pasan criticando, y no ofrecen alternativas “realistas”. Vienen a decirnos que cualquier alternativa que planteemos a los arquistas amantes de los gobiernos, va a ser del tipo “ir a la Luna”. Y es completamente falso. Los anarquistas proponen alternativas a lo existente, y son alternativas racionales.

A ti, lector avanzado en las ideas sociales, tal vez algún día se te acerque un compañero, y con gesto de complicidad te explicará –sin atisbo de duda–, que hay que buscar la unidad de los anarquistas…, solo que…, estando separados. Se trata de anarquistas que piensan que el anarquismo es Uno, es decir, el de ellos.

Hace unos días el gobierno griego cambió, y en la actualidad una coalición de dos partidos, Syriza y Anel, izquierda y derecha, hablan de la deuda, conseguir más financiación, poner cómodos plazos,  bajar los intereses… Es decir: quieren renegociar con el banco la hipoteca. Y por otro lado proyectan medidas que favorezcan a los ciudadanos no favorecidos, propugnando –en resumen–, un PER para todos.

Hasta que fundó un partido político, para mí Pablo Iglesias era solo un fundador del PSOE. Yo no le tengo manía, para nada (1). Pero quisiera comentar sus discursos, aunque no tenga yo una prominente tribuna.

 

En estos días que se preparan elecciones a toda máquina, hay gente que duda, no solo si votar o no votar, sino que incluso están dispuestas a meterse en los partidos a trabajar gratis, para aupar a quien sea a la concejalía.

 

Hay una campaña en marcha contra Podemos, alimentada por sus enemigos, casposos, de izquierda y de derecha, que pone en peligro el tripartidismo, o lo que tenga que venir. Y claro, gente hay que se pregunta ahora, ¿qué esperanza queda, cuando resulta que por este tejemaneje de Monedero podemos perder un montón de votos? Ay. Cuánto sufrimiento (1). Y no tiene por qué ser así camaradas.

Hay una afirmación, pesimista, que hace que mucho militante de izquierdas se ponga a trabajar gratis para otros. Se trata de esto: “a base de manifestaciones, protestas y piquetes, el pueblo no consigue nada”. Y entonces surge la propuesta: “¡Vamos a entrar en un partido, llegamos el gobierno, y desde allí hacemos cosas!” Y cuando esta idea penetra en la sesera del izquierdista, ya no hay quien se la quite de encima.

Hoy andaba paseando feliz, cuando una pareja me ha entregado un panfleto… Tenía pintada una niña, y me preguntaba que “qué pienso del mundo”. La escena fue conmovedora, y duró cinco minutos hasta que me maldijeron. Tenía la pareja, espíritu sectario.

 

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