He recibido una carta inquietante de una señorita que se está preparando oposiciones de primaria. Me dice que tiene mucha vocación, que la enseñanza le gusta, y que su afán es trasmitir valores, ilusiones y conocimientos a los niños. Pregunta, un tanto angustiada, que cómo se tiene que enfrentar a las clases, ya que se escucha cada cosa al respecto de los niños, como que son unos malvados que se burlan de sus maestras, las agraden, las amenazan con las peores cosas…