[EEUU] #PrisonStrike: la lucha sindical de los presos, en caricaturas y en el día a día de la cárcel
A punto de alcanzar la duración de un mes, la mayor huelga de presos en la historia de los Estados Unidos de América apenas está teniendo reflejo en los productos de la gran industria de los medios de comunicación. Únicamente Brian McFadden (bigfatwhale.com, @BrianMc_Fadden), dibujante de tiras cómicas para el New York Times, se sale de la tendencia: ha dedicado su sección The Strip del dominical del periódico a las razones para la formación de sindicatos de presos/as y para la huelga en las cárceles de EEUU contra el régimen de esclavitud que reina en ellas -y que se encuentra blindado por la Decimotercera Enmienda de la Constitución del país, la que supuestamente abolió la esclavitud-.
"Hasta las películas de presos se ponen en huelga", dice McFadden, y dibuja a personajes de famosas películas ambientadas en cárceles para que expliquen la situación de los/as presos/as. El gesto solidario de McFadden quizás sea signo de un cambio de tendencia, pero por el momento la llegada de información a la calle depende del seguimiento en redes sociales bajo la etiqueta #PrisonStrike.
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(en versión original aquí)
La imagen y el ritmo de las películas poco han de tener que ver con la negación de horizontes a la que se pueden ver sometidos los presos rebeldes. Uno de ellos -que ha pasado más de ocho años en aislamiento por apoyar huelgas de presos- expone en el portal It's Going Down que la huelga es, a pesar de todo, necesaria.
Por qué las huelgas de presos son necesarias: la experiencia de un ex-convicto
Philip A. Ruiz, 03 de octubre de 2016.
"Fue en Corcoran (California) donde a principios de 2005 comencé a cumplir mi sentencia de diez años de cárcel por un delito sin violencia contra las leyes antidroga. Año y medio más tarde, me pusieron en régimen "SHU" -Security Housing Unit, confinamiento en solitario- para el resto de mi condena; el motivo fue haber participado en huelgas de todo tipo: de brazos caídos, salvajes, de hambre..., así como en acciones directas de todo tipo -incluidas algunas poco conocidas fuera de las cárceles- y en supuestos actos de sabotaje. Mi conducta desafiante y rebelde fue juzgada por las autoridades de la cárcel como "una amenaza al bienestar y la seguridad de la institución". Con frecuencia fui etiquetado como organizador y líder de las huelgas. A la vez, fui etiquetado como un "fracasado en los programas", a causa de lo cual se programó para mí un SHU por tiempo indeterminado. Tuve que dar la bienvenida a una larga temporada en soledad, despedirme de llamar a familiares y amigos, despedirme del contacto directo con mi familia, del sentido de la relación humana, de la luz del sol y del aire fresco, de la ducha diaria, de cualquier clase de programa de rehabilitación o educativo.
Los presos se arriesgan a una larga temporada de soledad cuando desafían el sistema de trabajo esclavo forzado vigente en las prisiones de Estados Unidos. Es un riesgo que se corre conscientemente y es un riesgo al que se están exponiendo muchos, muchos presos durante la huelga de presos en marcha desde el 9 de septiembre.
Al empezar mi condena obtuve uno de los anhelados puestos de trabajo en la cafetería penitenciaria. Obtenía por él 16 dólares al mes, lo que le convertía en un empleo muy atractivo teniendo en cuenta que la mayoría de los prisioneros proceden de un contexto socioeconómico de pobreza, como el mío. El horario de trabajo era de 6.00 a.m. a 15.30 p.m., sin pausa para descansar o almorzar. Lo que hacía era preparar las bolsas con el almuerzo para todos los presos que habitábamos la cárcel, unos mil seiscientos. Las bolsas contenían una manzana, un simple brik escolar de leche o zumo, un par de galletas, una bolsa de saladitos, cuatro trozos de pan y dos rodajas de fiambre o un paquetito con manteca de cacahuete.
La cafetería era como una extenuante cadena de montaje. En el centro había una gran cinta transportadora por la que corrían las bolsas de papel y los presos teníamos que ir introduciendo en ellas las piezas del almuerzo. Aquello era como jugar al baloncesto, persiguiendo las bolsas a lo largo de la línea, y no podías arriesgarte a perder una bolsa. Si no te ajustabas al ritmo de la cinta transportadora podrías obligar a pararla, deteniendo el ritmo de las comidas, teniendo que recuperar el tiempo con horas extraordinarias y arriesgándote a ser despedido si lo mismo ocurría otra vez.
Con frecuencia me preguntan porque hablo de trabajo esclavo. Lo llamo trabajo esclavo porque es trabajo esclavo. Si un preso rechazaba ser exprimido bajo esas condiciones de trabajo o exigía un cambio en las condiciones no tenía sindicato al que acudir ni podía organizarse en torno al problema. Los sindicatos de presos no existían entones. Por fortuna los sindicatos de presos han llegado a ser una posibilidad y realidad tangible ahora, gracias a IWW y su Comité para la Organización de Trabajadores Encarcelados -Incarcerated Workers Organizing Committee (IWOC).
El resultado de que un preso rechace ocupar cualquier puesto en una cárcel de California era el despido inmediato y el aumento de su sentencia, la pérdida del derecho a llamadas telefónicas y a "privilegios" de visitas. Por eso esto es trabajo forzado. Quien no trabaja donde, cuando y como las autoridades de la prisión le ordenan no se librará de la prisión.
Volviendo a la cafetería de Corcoran, como allí no teníamos tiempo para almorzar habíamos desarrollado el hábito de picar de lo que metíamos en las bolsas. No tardamos en encontrar métodos para hacernos con piezas de las destinadas a las bolsas para tener algo que comer mientras íbamos de un sitio a otro. La mayoría de los guardianes se hacían los distraídos ante esto, que oficialmente no estaba permitido. Pero un día nos tocó que entrase en servicio un mamonazo de guardia que nunca había trabajado en la cocina... y se armó la marimorena. Este fascista que en otro tiempo habría sido un ejemplo de libro de vigilante de gulag, nos dijo que picotear entre horas supondría el despido fulminante. Algo realmente jodido.
Niéganos desayuno y almuerzo, fuérzanos a trabajar estrujándonos y además impídenos engañar la gazuza con un puñado de galletas -que han salido del horno que manejan otros presos-. No, maldita sea. Nos miramos unos a otros con cólera desafiante y empezamos a susurrar, al carajo esta mierda. Le mandé a la mierda en voz alta. Los demás presos me miraban entre asombrados y desconcertados. Me puse a despotricar lo bastante alto como para que cada preso pudiera escucharme. Cómo nos estaban explotando, cómo éramos esclavos presos, sin voz pero con capacidad para tener una a través de la acción, qué esto era una mierda y había que levantarse, tomar medidas y mostrar a los cerdos que no íbamos a cargar más con esta mierda.
Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los presos no son activistas, no tienen conciencia social ni alcanzan a sindicarse. Al mismo tiempo, la conciencia del preso está con frecuencia dañada hasta el extremo de aceptar la prisión tal y como viene dada y cree erróneamente que no hay nada que pueda hacer por mejorar. Ésta es la consecuencia de que el sistema carcelario lleve años cobrando un poder y autoridad ilusorios sobre los pobres, los trabajadores sin recursos, la gente de color y todas las minorías. Así que se pasa de la escuela a la prisión como por un desagüe. Y la mayor parte de los presos sigue la corriente. O al menos éstas eran las cosas que ocurrían cuando yo estaba en la cárcel. En la actualidad los presos se están dando cuenta de que la contribución de su trabajo es tal que ellos tienen poder para parar las cárceles y llevar a que las autoridades, como poco, se replanteen el sistema de trabajo esclavo en las cárceles. En esencia, se han dado cuenta de que la huelga es parte necesaria de la escalera que conduce a cambiar el sistema carcelario y las dinámicas del trabajo esclavo en las prisiones.
Sorprendentemente, muchos en la cafetería decidieron plantarse como yo, y por efecto dominó la gente del resto de la cocina pronto comenzó a escuchar lo que estaba ocurriendo en la cafetería y empezó a decir "a la mierda todo" mientras destapaban sus propias quejas. Pronto después de parar nosotros empezaron a dejar sus puestos cocineros, lavanderos, personal de mantenimiento y camareros. La prisión entró en estado de alarma y tuvimos que conseguir la comida del exterior, porque la mayor parte de la cocina central, que preparaba la comida para toda la prisión, se declaró en huelga salvaje.
Algunas personas critican las huelgas de presos por su ineficacia. Aunque en mi experiencia de primera mano no se cambió la práctica de forzar a los presos al trabajo esclavo, la detención de la prisión hasta el punto de que se consiguió la importante reforma de una concesión no sólo de descansos, sino de pausas para almorzar. Pero lo más importante es que el impulso de este momento de ruptura del orden re fuerza a presos que no han recibido otra cosa que golpes a lo largo de su vida y que son hiperexplotados y con frecuencia esclavizados, alentando en ellos un cambio de creencia sobre el sentido de lo posible; dentro de lo posible entra el cambio a través de su acción. El cambio en la conciencia del preso y la ruptura con la segregación por raza y banda que fomenta el Estado son hechos de un valor impagable y que tienen lugar a través de la huelga de presos.
Es por ello que es importante y necesario apoyar la huelga de presos que está ahora en marcha".
Los colectivos que apoyan la huelga desde la calle reconocen esa importancia y necesidad y mantienen la alerta sobre la situación convocando una semana de apoyo entre el 15 y el 22 de octubre. Entre las acciones previstas está la cacerolada convocada en Minneapolis con la siguiente octavilla:
El 9 de septiembre presos de todo Estados Unidos se pusieron en huelga contra la esclavitud en las cárceles. Pero la lucha contra las cárceles no puede limitarse a un solo día de acción. Hemos de seguir actuando en solidaridad con los rebeldes presos y mostrar nuestro cariño hacia cualquiera que esté encerrado por el Estado y sus fuerzas de policía racistas.
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Es imprescindible que en el exterior mostremos nuestra solidaridad de una manera concreta ('Anarchy Lives´)
Quería decir que el
Quería decir que el seguimiento de la huelga por parte de esta página y de las personas que recogen las noticias, es muy de agradecer.