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La boda cultural III

Enviado por Acratosaurio rex en Jue, 20/07/2023 - 11:59


Qué complicada es la cultura

Estaba pensando si hacer un artículo sobre grandes inventos de las mujeres, o seguir con el tema del bodorrio y me decanto por esto último porque la experiencia ha sido impactante. El próximo lo haré sobre las invenciones femeninas. Me quedé entonces, en que el invitado que me habían puesto de compañía, un tipo enorme, le dio un toronzón y cayó sobre la mesa de los novios desplazando los solomillos y vomitando… Posiblemente por una indigestión de chicharrones con vino de marca (1).

Y ese momento es indescriptible, porque estaban ocurriendo a la vez un montón de cosas: la mujer del hombre chillando, la cuñada llamándole cerdo, mi sobrina pidiéndome que hiciera algo para quitarle aquel estorbo, las Wedding Planners  gritando alborozadas, porque finalmente habían conseguido conectar una pantalla gigante a un ordenador, y empezar a pasar las fotos de la boda, (se veía claramente la boca abierta, dentadura y campanilla de mi sobrina en el momento del «sí quiero»), el reggaeton  a toa pastilla… Un follón. Y, de repente, los novios o recién casados que se levantan haciendo caso omiso del desmayado, y corren hacia la playa porque llega una flotilla de chavales en motos acuáticas desplegando banderolas. Son amigotes del novio. El homenaje motero. Estruendo de motores, cabriolas y filigranas, alaridos de júbilo por doquier, gente tirándose al agua, un nota que se lanza del acantilado lejano en una cometa que se pierde tras unas dunas, las gaviotas siniestras… Llamo a una ambulancia porque este pavo no se recupera y la mujer (vestido de chaqueta rosa) anda muy alarmada. Y en esto que el suegro de mi sobrina, de nombre compuesto Álvaro de Ordóñez de la Medina de la Bodega del Vino de Jerez, llega con un sombrero cordobés y una copa de fino en la mano y grita levantando los brazos «¡No paza ná! ¡A zeguí dijfrutando! ¡Juan Jozéeee! ¡Juan Jozéeeeeee!». 

No me preguntéis quién es Juan José, porque no aparece por ninguna parte.

Pasan como veinte minutos en esta jarana, yo con las dos mozas aguardando la ambulancia pa que se lleven a este petardo, y nuevo problema: la arena. La camilla no puede ir por la arena, y por la cosa bucólica, hay arena por todas partes. El camillero menea la cabeza y que hay que buscar una solución… Miro al paciente, veo la mesa y grito sobreponiéndome al jaleo… «¡A ver, los que hayan hecho de costaleros en Semana Santa se me s'acerquen!». Deseguido llegan diez o doce hombres, y les pido –por favor cristiano– se metan bajo la mesa y la transporten hasta la ambulancia. Doy tres palmadas, se levantan a la tercera y caminan llevando al moribundo –sin problemas– a paso de costalero. De cuando en cuando hacen bailotear el cuerpo. Muy curioso. La fotógrafa hace fotos.

Ya con el hombre asegurado en su camilla, y con la esposa de acompañante, me voy a ir a beber agua cuando la cuñada me pide que la lleve, porque solo puede ir una persona en la ambulancia, y la hermana le ha ordenado de ir con ella. Es la que llaman La Jipi. Miro la boda, miro a La Jipi y le digo que vale. La moza tiene de hippie lo que yo de pastor evangélico.

Y en otro momento sigo. Que tengo que cepillar al gato, y es peligroso hacer dos cosas a la vez.

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NoTa

(1) Ahí os dejo el enlace a la segunda parte.

https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/52810 [1]


Source URL: http://m.alasbarricadas.org/noticias/node/52893

Links:
[1] https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/52810