En torno a la servidumbre voluntaria

El problema de la población sometida que se vuelve apática y deja que le hagan de todo, surge una y otra vez en las conversaciones que mantienen los militantes sociales. Es como la canción del verano, que vuelve inapelable a machacarnos los oídos: "¿por qué los judíos no se rebelaron en las campos de exterminio? ¿Por qué los prisioneros no queman sus prisiones? ¿Por qué los pobres no hacen nada contra quienes les exprimen?

 

Pues porque la sumisión se aprende. Es una lección de todos los días. Los sicólogos de la conducta lo han demostrado en espantosos experimentos. Cogen a animales, los atan, les dan descargas eléctricas… Al principio el animal intenta morder, luego esconderse cuando llegan los del laboratorio. Pero poco a poco aprende que la resistencia es inútil, y se deja llevar a la mesa de la tortura. Y esta obediencia, deja marca. Tras una experiencia de ese tipo, pueden hacer con ese animal lo que quieran, y aunque pueda salvarse corriendo, no correrá. Esto es muy importante.

 

El experimento ha sido reproducido una y otra vez con seres humanos: la sumisión, se aprende y queda grabada en el cerebro, igual que la marca de una res. Ni siquiera es necesario que toda la población sufra tortura. El proceso de aprendizaje puede recaer sobre unos cuantos individuos seleccionados o al azar. Y si se hace patente y visible el proceso en forma de desapariciones, lesiones evidentes y relatos terroríficos, la población en masa adoptará no solo una postura sumisa, sino también colaboracionista. Ante el poder, la gente obediente se sume en la abyección más absoluta, y a cambio de una tableta de chocolate, o de una mera caricia en el lomo, denunciará a su vecino sin que se le estremezca un pelo. Si la ley lo permite, lo verá correcto. Los sicólogos, una vez más, han llevado a cabo experimentos que demuestran que si el sujeto es llevado poco a poco al huerto, y de manera paulatina le convencen de que lo que hace es correcto, acaba dando descargas eléctricas a gente que grita el "¡para por piedad!". Eran actores en la Universidad, pero es muy frecuente en condiciones reales en las fuerzas del orden.

 

Por lo tanto, para que la población caiga en la apatía, tiene que sentir indefensión, impotencia. Tiene que sufrir una derrota tras otra. Y tras ello, frases como "todo es inútil", "todos son iguales", "no me creo nada", se hacen sumamente populares.

 

Por ello es muy importante: ¡vencer! El pueblo necesita victorias, historias emocionantes, gente que supere al poder, que no se deje mangonear, que no sucumba a sus cantos de sirena, que no se integre en su red corrupta y asquerosa de palo y zanahoria. Así que cuando te sientas desfallecer, recuerda que nunca, jamás debes darte por vencido, jamás debes tirar la toalla, porque si a ti te derrotan, la cuerda de prisioneros se hará más fuerte, y nuestro destino colectivo, muy oscuro. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

Comentarios

Imagen de Octavio Alberola

De acuerdo, Acrato, la obediencia, la  sumisión se aprende y los que tienen el poder y quieren conservarlo nos educan (con palo y zanahoria) a los demás para que obedezcamos y nos sometamos, y eso desde hace siglos y por eso se han ido sumando las derrotas...

Pero, Acrato, ¿cómo es que siendo ellos, los que detentan el Poder, una ínfima minoría logran "educarnos" a la inmensa mayoría en la obediencia y la sumisión? ¿Por qué logran derrotarnos? ¿Será porque (unos más y otros menos) todos somos cómplices, o dicho de otra manera, porque  a todos nos gustan las zanahorias?

Te lo pregunto porque quizás respondiendo a esas preguntas podremos saber qué hacer para "no darnos por vencidos".

Un abrazo

Imagen de Octavio Alberola

¿No será también porque los obedientes y sometidos reproducimos en nuestras relaciones (en la familia, en el trabajo, en el sindicato, etc.) la lógica del Poder?

Otro abrazo

Imagen de Acratosaurio rex

Claro... Un problema es que venimos de sufrir una larga serie de derrotas de todo tipo: militares, económicas, sociales... Otro, más grave aún, es que nuestras victorias en estos siglos, se han transformado en desastres. Ninguna revolución surgida de armas y bayonetas ha sido capaz de construir un mundo democrático, justo, igualitario, armonioso. Lo que han construido los revolucionarios han sido estados llenos de frikis que hablan de cosas raras y te asesinan con cerbatana, o colocan a una ingeniera a barrer calles porque un buen día dijo que al gran lider se le caen los mocos.. Mira la URSS, Mira Corea, Mira China... Es pa ponerse a temblar. Es cierto que de todos esos movimientos, de todas esas derrotas, de todos esos trompiezos, han surgido cosas buenas, no sé cuáles, pero muchas, ni idea, pero montones. Así que pienso... ¿A quién no le gustan las zanahorias? Por una parte, al disidente le majan a palos; por otra, al sumiso le dan zanahorias... La situación es obvia. Entonces... ¿Por qué luchar? Bueno, pues luchar por lo que nos interese, por lo que veamos conveniente, por lo que sea más adecuado en cada momento para nosotros, para nuestras ideas de igualdad y todo eso. No vayamos a luchar por cuatro frikis majaderos pasados de tiempo: autoritarios, estadistas, religiosos, puaj. Muy importante: mientras recojes los dientes, afirmas que has vencido. Yo siempre lo hago y me resulta muy conveniente. Porque sin dientes y derrotado... Mala cosa. Y luego, lo de no rendirnos, no significa que nos quedemos en la posición hasta que nos machaque la artillería. No rendirnos significa correr, que no te pillen carajo. Hasta que les podamos dar la torta y seguir corriendo. Piernas de los mil años. Y ¿Reproducimos lo existente con nuestra manera de ser? Sin duda. Sin humanos no hay reproducción social. Pero constato que el mundo, a pesar de todo, cambia. No sé por qué.

 

Abrazos

Imagen de Acratosaurio rex

Lo de no darnos por vencidos es una cuestión de actitud. Un colega que no voy a nombrar, recibió en una ocasión una paliza monumental por cosas que no vienen al caso. La policía le dio la somanta, lo llevó al calabozo, lo tuvo tres días, luego al juez y luego a juicio. En la refriega a brazo partío, le metió un deo en el ojo a un policía  y lo retorció en la cuenca.

Y le recuerdo en el juicio, diciéndole a aquel nota uniformado del dedo en el ojo... 

- Duele, ¿eh?

Eso es. Actitud. Hubo multa y concierto solidario.

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