No es para tanto

Qué cosas. Resulta que en un ámbito como el de la Iglesia Católica, que predica la castidad, la contención sexual y el amor místico, sus sacerdotes desarrollan una activa vida sexual en todos los ámbitos posibles: masturbación, homosexualidad, pederastia, sexo oral, heterosexualidad…, lo cual incluye, por supuesto, abusos y violaciones. Qué curioso. Lejos de ser una cuestión puntual, al clero católico se le atribuyen según los estudios llevados a cabo…, por ejemplo el del Catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca, Félix López. Echando cuentas con los porcentajes que propone, unos tres millones de varones, y unos cuatro millones y medio de mujeres del Reino, han recibido proposiciones del clero, caricias de sacerdotes, y unos cuantos miles se han visto obligados a chupársela a algún cura, o a ser follados por esos ministros. Añadiendo mas horror al acto, estas violaciones y abusos contra menores, hombres y mujeres, han sido ocultadas, tapadas, consentidas, justificadas, minimizadas o invisibilizadas por la alta jerarquía de la Iglesia, de cara a mantener la imagen de esa organización como algo etéreo y cercano a la divinidad en materia de moral y costumbres. Pero la cosa al final ha trascendido y hasta el Papa ha pedido perdón, vaya.

Ese problema es indignante. Me refiero cuando en una organización, se plantea que "eso pasa fuera. Dentro no". Porque cuando lo de fuera pasa dentro, y si el chulo es alguien importante, la actitud de los militantes y de su jerarquía oculta, es la negación. Y sí amigos y amigas, en las organizaciones de izquierdas, sindicales y libertarias, una mujer que sufra acoso, o que sea violada, como no se lleve a cabo la penetración en lo alto de la mesa de asambleas, con cien testigos mirando y punto en el Orden del Día, lo lleva claro la muchacha. Eso no es lo que parece. 

Yo me pregunto cuántas décadas serán necesarias para que un catedrático de psicología de la sexualidad estudie el comportamiento sexual de la militancia emancipadora, determine el porcentaje de víctimas habidas, comiencen a hablar las damnificadas y nos llenen de vergüenza con los casos que fueron silenciados, ocultados, minimizados, justificados y negados. Y también me pregunto cuál será el Papa que pida perdón por los abusos de décadas y décadas, de mujeres luchadoras que llegaron a los sindicatos, partidos, centros sociales y colectivos buscando aportar su granito de arena a las luchas sociales, y se fueron espantadas por no saber cómo gestionar al Olímpico Cuadro de Moscones, Grandes Sobadores Imprescindibles y Propuesta de Polla Proletaria.

¿Que exagero? Yo qué sé. No llevo las cuentas, pero algún caso he leído de vez en cuando, y uno solo, solo uno –para mí–, ya es demasiado. Porque las mujeres, para llegar a las organizaciones de izquierda, sindicales, políticas, libertarias, tienen que superar montones de barreras culturales. Entonces llegan a un sitio que se supone es igualitario, que van a ser respetadas…, y se encuentran el mismo rollo que en todas partes. Si denuncian: vergüenza, rechazo, incomprensión. ¿Consecuencia? Que se largan sin protestar, heridas quién sabe dónde, y aquí paz y luego gloria.

Por eso, en nuestras organizaciones, un cartel debería estar puesto en un lugar prominente: "respeta a la mujer o vete, cabrón". Un local sindical, colectivo, social, no es un lugar para andar de caza, y si alguna mujer denunciara un comportamiento abusivo en ese ámbito alternativo, ahí no debería haber ni presunción de inocencia, ni búsqueda de pruebas, ni intentos de hacer justicia, ni comisiones investigadoras, ni ponencias, ni plenos, ni cursillos de igualdad ni hostias en vinagre. Porque para hacer justicia ya están los tribunales, y ya veis cómo funcionan. Una denuncia de una mujer en nuestros ámbitos, por protocolo, tiene que tener presunción de veracidad, y de entrada, proteger a la damnificada, coger al denunciado, y sin mayores ceremonias, ponerle en la puerta pidiéndole que se vaya a cualquier parte, aunque sea la peor injusticia desde la muerte de Espartaco. Seguramente algunos hombres tendrían que cambiar de conducta. Probablemente perderíamos algunos varones decisivos y muy importantes…

Pero ganaríamos muchas, muchísimas compañeras.

Comentarios

Imagen de Octavio Alberola

Por supuesto, acrato, en los medios libertarios no deberían tolerarse actitudes machistas, autoritarias hacia las compañeras como tampoco hacia los compañeros. En principio, en nuestros medios no deberían existir tales comportamientos; pero desgraciadamente existen: tanto hacia compañeras como hacia compañeros. 

Ahora bien, no creo que esos comportamientos se corrijan con carteles y exclusiones sino con comportamientos colectivos que sean coherentes con el antiautoritarismo que nos define y solidario entre todos y todas, de manera a crear un ambiente de respeto y apoyo mutuo que haga innecesaria la exclusión, al no poderse integrar, a un tal conjunto, cualquiera que no se sienta afin con el ambiente que prima en él. Claro, siempre que no se trate de enfermos mentales que necesiten un tratamiento sicoterapéutico...

Me parece que vale más prevenir que curar...

 

 

 

 

Imagen de Acratosaurio rex

No lo sé, la verdad. Me temo que el peso de la conquista de la igualdad, lo van a tener que llevar a cuestas las mujeres. En esto del igualitariosmo todos los hombres y bastantes mujeres, son un tanto necios.

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