Impulso positivo

Hoy leía unas ponencias de una asociación de cáncer de mama, y hubo una de una sicóloga que afirmaba que no estaba demostrado que el buen humor mejorase el pronóstico del cáncer, ya que por muy buen humor que uno tenga, las células cancerosas carecen de sentido del humor. 

Una amiga mía, llamada Impulso Positivo, me dijo que no, que el estado de ánimo influye en los niveles de cortisol, disminuyendo su tasa y –por lo tanto– inhibiendo el desarrollo del cáncer. Yo qué sé. Según ella, el meditar y visualizar la quimioterapia como un líquido sagrado, mejora la tolerancia al veneno. Mi réplica, sugiriendo que esa técnica debería de enseñarse a los condenados a inyección letal, no fue bien acogida (1). Pero, ¿por qué no? Mientras te inoculan barbitúricos, curare y potasio a través de un catéter, puedes visualizarlo con un color rosáceo, inocuo, liberador, y luego levantarte como si tal cosa ¡tachán! entre los aplausos del verdugo y el perdón de los familiares de la víctima. Y si la cosa va mal, mejoraría el pronóstico de muerte, y el condenado podría fallecer completamente iluminado. Como una bombilla. 

Ay. Uno ya ha visto morir a personas vegetarianas, optimistas, bellísimas personas, mientras que cenizos pesimistas que fuman, beben, toman sicofármacos, practican la pederastia y padecen sobrepeso… No los parte un rayo. ¿Por qué? Vamos a pensar… ¿Por qué no nos suicidamos? o dicho de otro modo ¿Por qué no es predominante un gen suicida? ¿Por qué tememos a la muerte? 

Pues porque como los suicidas se matan más pronto de lo que les pertenece, no se reproducen tanto. Con lo que un posible gen suicida, no puede tener tanto éxito  reproductivo como el gen de la supervivencia. Obvio.

A partir de esta reflexión, establezcamos la hipótesis de que, el buen rollo, el vivir el ahora, y toda esa mierda mejorase la resistencia a las enfermedades. Vale. Han pasado ya 200.000 años de evolución de la especie humana. Por mera selección natural, los pelmas, cenizos, pesimistas y malas personas, fallecerían antes que los que meditan, visualizan, empatizan, ayudan… Y muriendo antes los cabronazos, tendrían menos oportunidad de transmitir sus genes. Y viceversa. Por lo que actualmente viviríamos en una especie de paraíso con pocos hijos de jincalaperra cerca. Pero… Tal coyuntura no se produce, por el contrario, comprobamos que hay más bellacos que botellines. Se reproducen como langostas. Viven la tira. Y poseen la rara habilidad de mandar mucho.

Pues eso, que tener un espíritu positivo y un humor agradable mejore el pronóstico de las enfermedades graves, no me acaba de convencer. Eso sí, no tengo nada en contra de la risa. Yo disfruto hasta de mis sensaciones chungas, almuerzo muchas verduras, intento no ser muy mala persona, me río de la muerte… Cuando llegue mi hora, siempre me quedará la satisfacción de morir con buen humor. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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(1) Me tiró una tarascá la mu traidora, a mala idea. Y por poquito no me dio.