Chetnik de servicio en triaje de Urgencias

El otro día hablábamos de los cierres de plantas hospitalarias en relación con las vacaciones del personal. Vamos hoy a ampliar la perspectivadel problema. No creáis que limitar consultas, cerrar agendas, retrasar citas, impedir diagnósticos, evitar estudios…, son los únicos procedimientos para tener camas de hospital vacías, y de ese modo, cerrar las plantas en base a “la disminución de la demanda asistencial”. No podemos olvidar la barricada de Urgencias, auténtica trinchera de combate del sistema hospitalario público español.

 

Hay ciudadanos que, poco solidarios con el sistema que los protege, intentan saltarse a la torera listas de espera y barreras asistenciales, y allá que se plantan en la Puerta de Urgencias con sus males, intentando a las bravas que les den lecho, sopa y tratamiento inmediato. 

 

Si tú eres uno de esos y has tenido la fortuna de asistir a dicho servicio, pongamos que por un dolor lumbar inexplicable, habrás observado que una vez das los datos en Admisión y te pasan a la Sala de Espera, llega un momento en que por megafonía o a voces limpias, te indican que pases a una consulta, y allí te atiende una mujer de aspecto fatigado y hostil, que te mira como si te tomase la medida del ataúd. Es la enfermera de triaje. Ese espécimen más letal a medida que se acerca su hora de salir, con contrato eventual del 75%, es el encargado de determinar la verdad de tu petición. Te hace unas cuantas preguntas, y a ojo determina si lo tuyo es de lo que no se puede dejar para luego, o si puedes esperar sentado o en camilla las horas que hagan falta. Normalmente pasas a esperar. Nada de carreras como en las series de Urgencias, que siempre meten en camilla a alguien corriendo, dando los médicos órdenes raras. Allí, si algún sanitario corre, es para huir de los familiares. Fíjate en las sillas: incómodas a más no poder, la sala de espera llena de gente hablando por móvil, unos moribundos en camillas gimiendo, un vejete trastornado que se baja los pantalones, sin wifi ni revistero, rostros como de un cuadro de Munch… Pretenden que te desanimes y te largues a casa. 

 

Pero si a pesar de todo persistes en el peregrinaje de pasar por el Residente, que te mande a RX, a electro, que te haga la analítica, esperar y hacer cola, una y otra vez, con aquello que cada vez se llena más y más de gente desdichada y quejosa, y que te planten en un sillón de Observación 48 horas, y te envíen a casa con un diagnóstico de “dolor lumbar”, como para no tenerlo. 

 

En definitiva, que la primera línea de resistencia del Hospital, es la puerta de Urgencias, y que de allí, para subirte a planta, has de estar muy malito, o eso, o de eso se encargan ellos para que vuelvas a casa deseando no volver. Unas Urgencias que funcionan de esa guisa, tendrán las plantas con algunas camas libres que podrán cerrar los gestores para seguir saturando el Hospital y así gestionar eficazmente a los recursos. 

 

Pero no cabe duda de que esta lucha a brazo partido que sostienen usuarios del sistema contra gestores, tiene un elevado coste de imagen para el Estado. ¿Podría mejorarse la situación de las Urgencias? Por supuesto. En la guerra de Bosnia, año de 1995, cuando echaba una mano en las Urgencias del Hospital de Tuzla, no había sobrecarga de ningún tipo, porque en el triaje, en lugar de una enfermera, alguien había puesto a un chetnik con una ametralladora. Ese hombre, alto, joven, delgado, sin afeitar, y con aspecto de verdugo transilvano, tenía órdenes estrictas de atender las Urgencias de tal modo, que si no iba uno con un puñal asomando en las costillas, o con un dolor de infarto de libro, desanimase al peticionario con una frase que venía a decir: “¡Oiga! ¡Señor! ¡Usted está molestando!”. Y oye, fantástico, salvo en caso de bombardeo, las Urgencias estaban siempre despejadas. 

 

No me cabe duda que con parecidos procedimientos los gestores del sistema conseguirían no solo reducir a su mínima expresión los hospitales, si no incluso, hacerlos desaparecer con suculento ahorro de la alcancía del Estado. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno

Comentarios

Imagen de Octavio Alberola

No, acrato, no tengo "un puñal asomando en las costilla" ni "un dolor de infarto de libro", pero es que en el comentario que acabo de colgar al tuyo, olvidé pedirte me escribas a mi e-mail porque no encuentro el tuyo y quisiera dar a conocer la web (con las ilustraciones) de tu compañera a una amiga pintora.

Espero pues que leas este extraño "comentario"

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