
Bueno, pues resulta que mi viaje a Alemania (Ver enlace en la NOTA 1 [1]) tenía su puntillo. Una de mis sobrinas ha tenido que operarse, y como aquí todos los españoles trabajan y yo estoy ocioso... La cuestión es que pasan los días, le dan el alta y, a casa, tareas domésticas, nada del otro mundo… Hay tiempo libre que aprovecho para hacer mantenimiento… Me refiero a reparaciones. Esto último me hace darme cuenta de que las tuberías y ventanas son de tiempos de Hitler.
Andando a todas partes, porque no me aclaro con el metro. Os explico qué me pasó. Lo cogí para ir a la ferretería, y acabé en un sitio extraño, muy muy lejano. De noche. De cerca no veo. De lejos no entiendo. Estaba solo en el vagón. El tren no andaba. Me concentré para que se moviera. Nada. Bajé desconcertado. Finalmente, tras varios intentos, una chica en el andén se esforzó en francés (idioma que chapurreo) en explicarme las cosas durante minutos…, hasta que nos dimos cuenta de que ambos hablábamos español. Se llama Ana, es catalana, trabaja aquí dando clases, y fue tan amable de llevarme de vuelta a casa, y aunque ella iba a Munich, me acompañó para que no me perdiera de nuevo. Ana, allá donde estés: eres una buena y gran persona.
En fin, cosas que me están llamando la atención de Alemania: Encontré una cabina de teléfonos. De monedas. Operativa. Con el teléfono rosa. Sin vandalizar. Fue flipante. La estuve acariciando un rato.
También interesante el sistema de recogida de basuras: los camiones son pequeños, llevan varios trabajadores y la gente deja la basura en la calle los días que toca. Reciclan un montón y todo el mundo vigila a todo el mundo hasta el punto de que una frau de la cuarta planta revisa mi bolsa cada vez que la saco para ver si todo es correcto. Nain, nain…
Ah, otro detalle… Caminando vi una especie de feria alternativa, había mesas, refrescos, paquetes, y personas de una edad entre cuarenta y setenta muy contentas, charlando. A la vera de una Iglesia que parecía el castillo de Drácula. Me acerqué a ver, me invitaron a un refresco, me limitaba a sonreír, jiji, jaja… Hasta que se me acercó un tipo joven con el peto de una ONG, y haciendo esfuerzos cognitivos me explicó que me había colocado en el puesto de reparto de alimentos para pobres. Ajá. Me largué rápidamente porque creo que estaban llamando al asistente social para meterme en un albergue, ya que por mi aspecto, creo que iba peor vestido que los pobres alemanes...
Aman a a los animales. Eso lo comprobé una mañana en la que cuatro tíos y una tía mayores, estaban acostando a un perrito en una manta. Se esforzaban por tenerlo arropado (era noviembre). El perro era grande y tenía puesta una expresión rara, de resignación, pero imaginé que sería por ser un perrito alemán. Me conmovió ver tanta bondad con un chucho, hasta que comprendí que todos estaban borrachos. Iban bien vestidos, con peinados de peluquería. Beben cerveza con algún alcohol fuerte que compran en el supermercado. Es muy curioso: todos los alemanes me parecen muy felices... Tened en cuenta que no estoy de turismo, y que se me pasa el día haciendo cosas, así que solo doy una versión personal y superficial del tema. Del tema que sea. No sé.
Una última cosa que me extiendo demasiado. El bloque donde viven mis sobrinas es viejo. No antiguo: viejo. Investigando vi unas escaleras que bajaban. Creo que bajan como cuatro pisos y por lo visto es porque hay refugios antiaéreos, ya que la ciudad fue bombardeada por los ingleses en la II Guerra Mundial. Los vecinos aprovechan para guardar en esas dependencias todas las porquerías del mundo: bicis viejas, juguetes de bebés, cacerolas, etc.
Y otro día sigo si me acuerdo. El Hospital, el lidl, la ferretería, tiendas incomprensibles...
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NOTA
(1) La primera parte está en https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/50414