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Un funeral de mierda. Os lo digo yo

Enviado por Acratosaurio rex en Lun, 19/09/2022 - 18:33

Por lo visto ha muerto Isabel Mountbatten Windsor. Algo así se llamaba realmente, me parece. Y hay una especie de delirio fúnebre, faraónico, recorriendo el mundo civilizado. Bueno, días de luto y todo eso, y mandatarios del Planeta (excluidos los del Eje del Mal) llegando en autobús con sus cónyuges.

Ahí va, todo eso me da igual. Lo que no deja de fascinarme en estos eventos, son las largas colas de gente vulgar que aguarda horas y horas para presentar sus respetos a una difunta. Y hay personajes de los célebres que han hecho hasta trece horas de cola. Desgraciadamente no conozco los nombres de esos personajes célebres, que para mí son más oscuros que la muerte. Hay dos –sin embargo– que me han llamado mucho la atención por sonarme sus nombres: el ex-futbolista Beckham, y el metalero Rob Halford… Flipo, de verdad. Menudo teatrillo pa señalarse como admiradores del Estado. Bueno, ni quito ni pongo allá cada cual con cómo pasa su tiempo. Pero os tengo que explicar mi perplejidad.

Doce o trece horas haciendo cola la gente del común y algunos famosos, para quedarse unos segundos delante de una tarta gigante. O sea: ¡no se puede ver a la momia de Isabel con el formol inyectado por la arteria femoral! Sólo se ve una especie de mini pirámide cubierta con una serie de colchas. En la tele lo han puesto, os lo juro, junto a unos tíos firmes que parece que les metieron una escoba en el culo. ¡Y dentro puede haber cualquier cosa!, no sé, ¿el esqueleto de un caballo?

Es increíble. En los funerales de mi pueblo, el velatorio puede durar doce o tres horas, sí. Pero el muerto o muerta está visible, vestido, con su pañuelo sujetándole la boca y los párpados entreabiertos. La gente puede entrar y salir, personas que tiempo ha no se veían y se odiaban por disputas bizantinas, pueden arreglar sus cuitas gracias al muerto, que nos recuerda lo efímero de todo. Los niños miran y ven su primer cadáver humano como si tal cosa. Y no solo el espectáculo está garantizado con la luz de las velas, los llantos esporádicos, los chistes, el olor espeso, y comentarios de los compadres y comadres… Es que además se reparte café, pastas, aguardiente, todo por cuenta de la familia, y la gente fuma, se relaciona, y hay un cura por allí de vez en cuando echando bendiciones si era cristiano, o el del sindicato colocando bien la bandera si era anarquista, y el perro ladra y todo el mundo comenta lo listo que es el jodido chucho, que se da cuenta de que el Pilili se ha ido. Y al final se hace el desfile hasta el cementerio y adiós muy buenas.

En cambio en el funeral de esa anciana, la familia Windsor, que es una familia riquísima, no se ha tomado la molestia de repartir a los de la cola un triste refrigerio de té y galletas. ¿Qué les costaba haber montado un catering con lo que quiera que coman los ingleses? Pastel de riñones con mermelada, pescado y patatas, gin tonic, y esas cosas, por ejemplo. Unos payasos y saltimbanquis que distraigan, alguien cantando ópera, no sé. ¿Y qué han dado teniendo un dineral? Nada. ¿Se puede ser más tacaño, vil y miserable? Es por eso, un entierro sin dignidad.

Se puede. Porque –tenedlo en cuenta–, algo que sea chungo, siempre puede ser superado por esta banda de gaznápiros. Y lo más curiosos de todo, es que esa masa de miles de personas que han hecho la cola de doce horas, no aguantarían ni veinte minutos, ja, ante el ataúd abierto de su abuela.


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