
En esto de la guerra, hay quienes me cuentan que hay que entender la causa de esta guerra. Dicen que entender las causas serviría para evitar o tomar medidas para que tales cosas no se repitan. Yo no me lo creo. Conocer las causas, permite que se repitan. ¡Claro que sí! Es que resulta que tanto análisis de causas, no sirve, no vale, no produce la esperada prevención de la guerra, que llega nuevamente y se lleva por delante a miles de personas. Por ejemplo: dicen que la OTAN se estaba extendiendo hasta la frontera rusa y que Rusia tenía que responder. Y yo pienso… "Menudo entendimiento. Si la OTAN llega a Rusia, pues que Rusia aproveche que está al lado de la OTAN y que se meta en la OTAN, y de esa manera se acabó el problema". Ay señor, ¿por qué no me paga Soros, o el KGB?
¿Y qué tenemos en el Reino? Una locura garantizada. Mientras sube la inflación, el gas, la gasolina, la luz, los alimentos, la ropa, el agua… Aprovechando la coyuntura se incrementa el gasto militar. ¿Y la sanidad entretanto? Puf. Ayer, tomando un vaso de agua en un bar, contemplé como un jubilado caía reondo por la calor mientras tomaba el aperitivo. Me pidieron que interviniera dada mi experiencia en colapsos y comprobé que estaba sudando, frío, con pulso débil, 120 pulsaciones, respiración superficial, pupilas dilatadas, cabeza perdida, dedos en garra. Pedí el aparato de tensión: no había. Pedí el glucómetro: no tenían. Pedí el desfibrilador… Sin batería. Pedí un análisis de sangre y que le cogieran una vía: nadie sabía hacerlo. Pedí una ambulancia… Puse a todo el mundo del bar por turnos a levantarle las piernas al hombre por encima de la cabeza, cosa complicada cuando el moribundo está sentado en una silla y el culo se desliza. Gracias a mis órdenes, el tipo mantuvo su posición mientras los clientes sudaban de lo lindo. Quisieron meterlo en un coche particular… Lo desaconsejé. El señor pesaría sus 130 kilos y el coche estaba al sol. Tras ímprobos esfuerzos de los comensales, vuelta a la silla. Pasada una hora, llegó la ambulancia del hospital de zona, con solo el chófer, que cogió al hombre y se lo llevó a un ignoto destino. Todo el mundo fastidiado, al comprobar que tanto la cerveza como el vino, han subido de precio ¡quince céntimos el vaso!. Pero… ¿A dónde vamos a llegar?
Hay que entender las causas –dicen– La inflación sube –dicen– , porque el BCE para paliar los efectos negativos de la pandemia, se puso a fabricar billetes y a dar préstamos que tendremos que pagar. Sube la demanda con el incremento del dinero circulante, y además crisis energética: más demanda, menos producto, escalada de precios. Los ricos se enriquecen... ¿Cómo se solventa de forma clásica este problema? Pues con la guerra. Se destruyen infraestructuras, se calienta la economía fabricando bombas, se mata gente y un montón de gilipollas se alistan en ejércitos y milicias por la cosa de la nación, ya que el nacionalismo es la religión del mequetrefe… Pues ya tenéis el entendimiento. Los ricos se enriquecen. Lo mismo que con la pandemia, pero con crecimiento económico –dicen–.
¿Cuál es la solución? Si los jefes amedrentan, salario escaso, turnos insufribles, contrato precario o inexistente, producción entre inútil y nociva, y llegar a casa y a dormir… Pues necesitas un sindicato. ¿Quieres que las cosas cambien en tu mundo? La solución es muy sencilla: alístate en el sindicato. Y nunca, jamás, votes por el mal mayor. Porque el mayor mal, es el que gobierna. No hay en realidad, que entender nada. Es así.