Quienes tengáis la desgracia de ver la tele por obligación, como es mi caso con A3, tendréis a vuestra disposición un buen lote de terrorismo informativo. Ocupas que se meten en tu casa y no hay quien les eche, bombas nucleares preparadas para ser lanzadas en Ucrania, violaciones perpetradas por militares rusos, la calima roja que provoca la asfixia de ancianos, subidas de precios en todo, pequeños comerciantes que cierran porque el Gobierno no les ayuda… Podemos hablar de terrorismo sin ningún problema, porque el terrorismo es una forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la creación de sensaciones de angustia susceptibles de acojonar a la población en general que conduzcan a su sometimiento. Violencia psicológica en estado puro. Y que tú estés viendo cómo se abre la boca desdentada de tu madre, campanilla incluida, mientras le estás dando el arroz con leche, y te planten ante las narices un supermercado con estanterías vacías, te da un susto que pa qué y corres a abastecerte de pañales talla grande y de botes de fabada asturiana. Por si acaso.

Y es que cuando llevas toda la vida en crisis, ya no sabe uno qué van a hacer para que te cagues de miedo: viví la crisis nuclear, cuando un día sí y otro también nos decían que iba a haber un apocalipsis atómico; luego la crisis energética del 74 con el alza de precios del petróleo; la crisis económica que empezó entonces y no ha acabado nunca; la crisis política con chanchullos y corrupción por doquier, además de ineficacia probada; la crisis sindical con los sindicatos entregados al mantenimiento del sistema; la crisis de la reconversión y desindustrialización del país, de cara a convertirnos en el puticlub de Europa; la crisis climática con la subida de temperaturas, desiertos avanzando y osos blancos flotando a la deriva; la crisis ecológica con la dispersión de tóxicos químicos y radiactivos; la crisis sanitaria del SIDA y otras pestes modernas como la gripe; crisis financiera y especulativa que de repente desaparecen los ahorrillos, crisis económica perpetua, crisis habitacional en un país lleno de pisos vacíos, crisis energética con petróleo que sube y baja (ambas cosas malas), crisis de deuda (intereses fabulosos), crisis militar (subida de presupuesto), crisis ideológica con miles de personas entrando en delirio fascista, crisis moral mezcla de miedo, odio e indiferencia en la que se ve al más desgraciado como enemigo… Podemos hablar de la crisis perpetua, o la tradición crítica… 

Cierto que parece que el tema energético y su escasez hace que los más avispados de los millonarios y potentados, se estén preparando para asegurar sus sofisticados modos de vida y los de un pequeño porcentaje de la población mindundi: sicarios, funcionarios, criados de alto nivel… El resto como no espabilemos, vamos a sudar tinta, porque o nos marginarán, o nos matarán de asco.

La nueva crisis asociada a la pasta: la crisis de la inflación. El BCE lleva décadas controlando ese asunto caiga quien caiga (en este caso los salarios), y se le ha escapado de las manos. La inflación acumulada ha machacado la subida del SMI… ¿O no? ¿No muestra ese detalle la absoluta ineficacia del Gobierno para defender los intereses de los pobres, que cada día son más y más? ¿No se ve que cada crisis da más y más poder a los ricos? Le echan la culpa a Putin y a la guerra de Ucrania, cuando la subida de precios se lleva gestando desde 2021 con el encarecimiento del gas, la luz, el petróleo…

El problema que hay ahora mismo entre manos, es estructural, es sistémico. No lo puede parchear el Gobierno. La Crisis Total solo la puede arreglar algo que derogue todas las leyes actuales con un solo gesto. La Crisis del Capital solo la eliminará un acontecimiento crítico, algo tremendo viene. Se acerca, va a llegar, inexorable, imparable, inevitable: La Revolución.