Una sobrina me ha regalado un libro. Es mi sobrina una intelectual posmoderna (lo cual me enorgullece, aunque yo no tenga ni idea), y afirma que es una vergüenza que un hombre como yo, que soy una potencia mental, un cerebro privilegiado, un estratega fundamental en el conflicto, un analista destacado de cualquier situación que ocurra en la escalera, una buena persona mejor que Antonio Machado, tenga como referentes teóricos en materia de amor y mujeres, la telenovela de "Pasión de Gavilanes", y en concreto siga a pies juntillas las ideas de Juan Reyes, su protagonista. ¿Qué le voy a hacer si a mí los ensayos políticos me duermen? En fin, que prefiero como heroína en materia de personajes de ficción, a Buffy, la cazadora de vampiros, que al Ché Guevara, ahí va. Así soy yo.
Bueno, como digo, me ha regalado una sobrina un libro de la editorial Traficantes de Sueños. Tras comprobar que esa editorial no difunde ideas de extraterrestres e illuminatis, me he centrado en la autora. La autora es Carla Lonzi, una profesora de los años setenta. He sido capaz de terminar las 25 páginas de su ensayo "Escupamos sobre Hegel". No tengo el menor problema en escupir, y en cagarme sobre Hegel si hace falta, así que me animé a la tarea.
Carla Lonzi (1931-1982) fue una mujer que se educó en instituciones burguesas, rompió con su familia, se afilió al PCI y se abrió camino como crítica de arte, y luego como militante feminista, En 1970 fundó en Roma junto con Elvira Banotti y Carla Accardi, el grupo Rivolta Femminile… Y voy al ensayo sobre Hegel.
Venga pues. Carla Lonzi ofrece unas cuantas ideas interesantes que os detallo. La primera que me llama poderosamente la atención, es la de que mientras que los hombres se parten los cuernos por conquistar el poder, las mujeres jamás se han afanado por poseerlo ni por gestionarlo. Estoy muy de acuerdo. No hay partido de las mujeres para toma del poder. Urrráaaa. O Uzsáaaa que diría Catalina la Grande. Catalina fue poderosa por ser emperatriz, pero no mandó por el hecho de ser mujer.
Otra idea: la igualdad de sexos es el ropaje en el que se disfraza hoy la inferioridad de la mujer. To-ma Cas-ta-ña. También es muy cierto: la igualdad es un principio jurídico que busca insertar mujeres en el organigrama de instituciones de poder creadas por los hombres. Es el año de 1970, ¿eh?
Tercera idea: mientras que Hegel y la dialéctica establecen el diálogo, la oposición, o lo que sea, entre amo-esclavo, la dialéctica no se ocupa del problema hombre-mujer. O sea, que para la mujer –según Lenin y otros– no hay solución que no pase por la eliminación de la contradicción entre amos y esclavos. Y, por lo tanto, las mujeres se tienen que fastidiar hasta que llegue la revolución, el socialismo y sus jodidos muertos en vinagre. Eso es. Carla Lonzi afirma que esto es una gilipollez como la copa de un pino, poniendo así en solfa a Marx, a Lenin, a Trotsky y a Stalin.
Más aún: el sistema patriarcal ha de ser abolido mediante la disolución de la Familia por obra de la mujer. Eso será el fin de la guerra. ¡Finalizar con la misión de continuar la especie! La mujer no tiene que dar hijos al mundo, ni al Estado, ni a las empresas, ni a la Familia, ni al hombre. ¡A la mierda! ¡Claro que sí! Y esta antítesis se muestra (lo pongo porque sí) en que el hombre se ha ocupado de la destrucción y de la muerte mediante la guerra, mientras que la mujer se ha ocupado del trabajo y de la creación (Lonzi). Muy cierto. Los tíos con tal de no trabajar, son capaces de matar al ciento y la madre (yo).
Carla Lonzi lanza muchas otras ideas: la iniciación como abuso, considerar la maternidad como restitución a una misma, momento de desculturización y vuelo… La negación de la posibilidad del disparate de hombre nuevo… No quiero hacer esto muy largo, porque me voy a preparar mentalmente para ver una telenovela turca esta tarde. Termino: el primer principio del hombre para no estorbar a la mujer, es quitarse del medio. Por eso prefiero acabar con las palabras de Lonzi: El problema femenino es medio y fin… No viene ni de arriba ni de abajo, ni de la élite ni de la base. No está dirigido ni organizado, no es difundido ni tiene propaganda. Es una palabra nueva que un sujeto nuevo pronuncia, y confía al instante mismo su difusión… No existe la meta, existe el presente. Nosotras somos es pasado oscuro del mundo. Nosotras realizamos el presente.
Claro que sí. Y me quito del medio. Paso libre al camino de la mujer.