
Estaba yo pensando en la pregunta del siglo XX. ¿Por qué se hundió la URSS? Con tantas bombas atómicas que tenía… Y va la población y le da la espalda al Socialismo Real. ¿Por qué? Yo creo que algo tuvo que ver el pesimismo. Los EEUU eran muchísimo más optimistas, porque si bien EEUU era el Estado de la desigualdad, la violencia estatal, la pobreza, el racismo, el desempleo, la crisis… La URSS –ese era su objetivo– estaba empeñada en alcanzar y sobrepasar a los EEUU. Como lo oyes. Ahí va.
Yo pienso –sobre todo– en la música. La música en el bloque capitalista en los años setenta, comparada con la de los soviets y aliados… Buf, si quieres salir el sábado, estaba clara la elección. Las discotecas estaban animadísimas en los setenta. Eso era optimista, esperanzador. Ibas a una el sábado, y te sentaban de película el alcohol, el tabaco, las luces y Thelma Huston. En contraposición tú ponte a intentar bailar "destino de sombras" o "vasija de barro" de los Calchakis, y a continuación te cortas las venas. Porque en los países de habla hispana tuvimos la desgracia de los cantautores revolucionarios que entonaban en español, que como digo ibas a un festival, te soltaban cuarenta consignas, y te daban ganas de cavar tu tumba y pegarte un tiro.
Así que va la URSS, los Bateleros del Volga, y colapso musical. Está claro.
¿Y ahora? Esta época está pero que bien llena de pesimismo. Que la listeria, que el mosquito zika, que la fiebre del Nilo, que el COVID, la factura de la luz, el desabastecimiento inglés y ahora el volcán de La Palma… ¿Es el principio del fin? ¿Es el fin del principio? Cualquiera sabe.
Los mensajes pesimistas nos dan la idea de que no hay nada que hacer. Por ejemplo, leo a los que predicen el Colapso del Sistema por el fin del petróleo y las temperaturas extremas, y a continuación me preparo para morir de hambre y calor. Todo es inevitable, la resistencia es inútil, mejor no hago nada. Si total, vamos a morir, mejor que sea rápido. Por si acaso he hecho acopio de cervezas calentorras en la estantería.
Y eso no es así: el destino ni está escrito, ni se sabe cuál es. Las posibilidades son múltiples, y depende de si estamos vinculados, interrelacionados, o vamos cada cual por su lado que el resultado sea un mundo mucho mejor, o una distopía acongojante. Esto implica organizarse. ¿Y cómo? Bueno, puedes centrar tu esperanza en encumbrar a algún diputado o diputada que defienda tu nación. Himno, bandera, estar en la Mesa y lo que haga farta. Oh sí. Placer inenarrable. Eso funciona de maravilla, ya ves. No pongo objeción alguna.
Yo prefiero equivocarme de esta manera: lo que seamos dependerá de cómo nos relacionemos, y mejor que sea en un sindicato de precarios, de inquilinos, de parados, de inmigrantes, de trabajadores, de mujeres, de menores… Por ahí va la cosa. Con un poquito de optimismo, hagamos, y a ser posible, sin jodidos cantautores. O si cantan, que sea por ahí, que yo me quedo para el Apocalipsis con Thelma Houston, Donna Summer, Precious Wilson… Y a la porra con el pesimismo.