
Así que recibo mensajes de agradecimiento, yo como individuo colectivo. Como lo oís. Concretamente desde Suiza me escriben por haber inspirado una ocupación de quinientas viviendas para personas de escasa renta a través del Sindicato de Inquilinas. Esto me ha dejado perplejo, me he tenido que tomar media botella, la que me quedaba, porque no solo yo no conozco a nadie en Suiza, si no que además pensaba que en Suiza no había pobres. Pero parece que la pobreza está bien repartida, sí.
Mensajes de este tipo, varios hay, me llenan de extrañeza, porque yo pienso que –honestamente en lo poco que lo soy– no hago nada, salvo limpiar mi asociación "La casa de la Rata", dedicada a alimentar y proteger a esos simpáticos roedores a quienes tanta gente odia. A mí me queda claro que quienes llevan a cabo acciones positivas son otros/as protagonistas y actores, personas que han decidido centrar su mirada en problemas concretos a los que intentan dar solución. Para ello han creado sindicatos de trabajadores, de inquilinos, de precarios, de acogida a inmigrantes… Y son esas personas y esas organizaciones, que no reciben subvenciones como la de las "Enemigas del Deporte", y que no tienen profesionales como la de "Hacemos la «o» con un canuto" quienes están creando escuela y camino.
Porque resulta que muchas veces la militancia se deprime. Se jarta uno de militar, perdiendo tiempo, recursos, juventud, dinero, oportunidades… Se emplea a fondo en el mundillo sindical, por ejemplo, ve que la cosa avanza y ¡de repente! un retroceso: alguien ha convocado una reunión a las doce de la noche para discutir sobre la sororidad de la palabra "relisiliencia". Y nos da la impresión de que todo es inútil y que se saca más partido de estar borracho todo el día que de estar cavilando en cómo meterle mano a ese patrón que no paga el mes a la precaria.
Pero si amamos la ciencia y hemos hecho la ESO, sabemos que la naturaleza tiene leyes. Que simplemente observando se modifica el comportamiento de un electrón que pasa por una ranura. Ya sé que no tenéis ni idea, pero eso es así: observar es cambiar el mundo, y actuar en él es modelarlo, introducir fuerzas que interfieren en el acontecimiento. Nos enfrentamos a una realidad en la que las múltiples posibilidades están coexistiendo simultáneamente. Y tenemos que aprender a trabajar con este universo tan fantástico y extraordinario y a la vez tan opuesto a nuestro sistema de pensamiento lógico, que ve una sola realidad cuando existen tantas posibilidades.
Por toda la Península, y más allá se están creando nuevas estructuras, otras formas de pensar, sin políticos, sin partidos, sin pendejadas, sin ideas arcaicas de vanguardias redentoras, sin trepas de medio pelo, sin Eximios Ideólogos del Libro gracias al empuje y al ejemplo de organizaciones que están mostrando no solo que esas posibilidades existen, que son viables, si no que también tú, que no sabes por donde tirar, puedes crearlas y participar en la epopeya. Porque observar modifica el entorno, y actuar en él va a darle la vuelta como a un calcetín. Ánimo pues y a la batalla, que me toca turno en "La Casa de la Rata".