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Afganistán, precuelas y secuelas

Enviado por Acratosaurio rex en Vie, 20/08/2021 - 22:11

Ahora que los talibanes - muyahidines han vuelto al poder, y que la izquierda se duele de la invasión imperialista de EEUU, la OTAN etc., que ha dado estos frutos y tal, y cuentan que los comunistas lo hicieron muy bien comparado con los gringos, me viene a la mente todo el jaleo que hubo en Afganistán en los años setenta, antes de internet y del que apenas si nos llegaban noticias. Y mucho ojo en aquellos años con decir que la invasión de la URSS era una barbaridad porque te colgaban la etiqueta de "lacayo del imperialismo" en un periquete. Y para vuestro deleite os lo cuento, porque esto da para varias series en plan La Guerra de las Galaxias, con precuelas, secuelas.

Afganistán era una monarquía. El rey había dado al país desde el año de 1964 una constitución, igualdad de derechos entre hombres y mujeres, democracia parlamentaria, derecho al voto de la mujer, les permitió ir sin velo, acudir a la escuela y una serie de libertades que fueron papel mojado. Una hambruna provocada por malas cosechas hizo que su primer ministro Mohammed Daud Khan, que era su primo y cuñado, aprovechando que estaba el rey en Roma tratándose un lumbago, dio un golpe de estado y gracias al descontento proclama la República y el rey sale de najas con destino a Roma. Año de 1973.

Daud instaura una república que elimina a los islamistas de la política, da derechos, libertades etc., que son papel mojado. Su gobierno de partido único, es el del Partido Revolucionario Nacional. Y resulta que un partido de la oposición es un partido estalinista. El Partido Democrático Popular de Afganistán, el PDPA apoyado por la URSS. Todo esto, muy resumido porque entre medio hay torturas, asesinatos, conspiraciones etc.

Para el año de 1978 el país estaba igual que en los años sesenta. Cientos de miles de mulás recitaban el Corán. La economía era agrícola. No había carreteras, la esperanza de vida era de 40 años y las enfermedades infecciosas hacían su agosto. Y el señor Daud, molesto con la oposición del PDPA, trinca a su oponente comunista Mir Akbar Kaibar, y lo asesina tras torturarlo a mansalva. 

Del mismo modo detiene a otros destacados comunistas, Taraki, Karmal y otros a los que tortura. Las manifestaciones de protesta se saldan con cientos de muertos. Otro comunista importante, Amín, en arresto domiciliario, llama a la rebelión a las fuerzas armadas. Y ello lleva a un levantamiento de unidades blindadas y de aviación, que habían sido entrenadas por asesores soviéticos. Pegan el golpe de Estado, el PDPA toma el Estado, y como no podía ser de otra manera, ejecutan a Daud y al resto de la familia real que aún no estaban en el exilio. Esto pasaba en abril de 1978, y la izquierda mundial se congratula de que un nuevo país entraba en la órbita de la URSS. Es la Revolución de Saur, segundo mes del calendario persa.

Amín había sido decisivo para dar el golpe de Estado, libera a Taraki y al resto de colegas, y Taraki es nombrado Presidente. De inmediato se llevan a cabo los decretos de siempre: igualdad entre hombres y mujeres, el velo suprimido, la escuela mixta de libre acceso, etc. Que como siempre son papel mojado para la inmensa mayoría del país. Se proclama la reforma agraria, se permiten los sindicatos, se recibe ayuda soviética… 

En el país se arma la contrarrevolución de los muyahidines, a través de Arabia Saudí, China y EEUU principalmente.  Pakistán permite campamentos y bases. Y comienza la guerra civil. Téngase en cuenta que China era adversaria de la URSS, que Irán llevaría a cabo su revolución fundamentalista (enero del 79), que Arabia Saudí tenía un montón de dinero y que era aliada de los EEUU. Un cacao. Emiratos Árabes y Egipto también toman partido por los EEUU.

Aparte de todo eso, el PDPA estaba dividido en varias facciones. Pasados los primeros meses de euforia, Amín conspiraba contra Taraki, y Taraki contra Amín. En ese avispero, los comunistas se dedican a ejecutar a jefes tribales y a clérigos contrarios a las reformas, y los muyahidines a funcionarios del gobierno. Taraki y Amín, decididos a poner orden –como no puede ser de otro modo–, se enfrenta a tiros por discordancias, Amín detiene a Taraki y sus esbirros le estrangulan a primeros de octubre del año 79.

Amín toma el poder, dicen que de forma absoluta, y con sus secuaces desata una oleada de terror que le aísla de tal modo, que los soviéticos ven con preocupación sus barbaridades. Claro, que eso es lo que dicen los soviéticos, vete a saber. La cuestión es que bajo el mandato de Amín, se suceden detenciones, torturas, ejecuciones, nombramientos arbitrarios, y –lo peor– según el KGB, Amín toma contacto con los Muyahidines para formar un Estado fundamentalista, y está dispuesto a entregarse a los Estados Unidos para que monten misiles Pershing con cabezas nucleares apuntando a la URSS. Un estalinista de los que sabe maniobrar, podría decirse. Espantados, los sobrevivientes del PDPA piden la intervención de la URSS para quitar del medio a Amín.

Así que ni corto ni perezoso, Breznev manda a los Spetsnaz y a otras tropas especiales que toman el palacio presidencial en plan película el 27 de diciembre de 1979. Ejecutan a Amín, liquidan a su guardia y eliminan a sus seguidores. Entran a saco con el Ejército Rojo. Y nombran presidente a Babrak Karmal, otro estalinista, pero más moderado (hay estalinistas radicales que son moderados). Karmal proclama las libertades individuales, el respeto al islam, el partido único (el PDPA),  un régimen de progreso… Que es papel mojado.

Porque la guerra contra los insurgentes apoyados por Estados Unidos, Pakistán, Irán, Arabia Saudita, China, Israel el Reino Unido, continuó deteriorando su mandato, y ante la falta de resultados los soviéticos, durante el gobierno de Gorbachov le hacen dimitir. Y tras valorar las opciones, nombran líder del país a Mohammad Najibulá Ahmadzai. Y hemos llegado a 1986. 

Najibulá inicia una política de reconciliación nacional, amnistía, libertad de presos, perdón a los muyahidines, elimina toda referencia al comunismo, funda un Estado Islámico, le quita el apellido de "democrática" a la república, permite partidos políticos, cambia el nombre al PDPA poniéndole Partido de la Patria, intenta ganar apoyos internacionales, e inicia un ambicioso plan de crecimiento económico que resulta un fracaso. 

En paralelo, siguen las peleas internas en el partido y las conspiraciones. Najibulá hace frente a varios golpes de Estado, y prosigue la campaña contra las facciones de muyahidines que siguen con la guerra porque quieren eliminar las conquistas de la revolución en materia de educación, sanidad, legislación y en general, de todo… Muy laborioso y complicado porque la URSS retira sus tropas de Afganistán en 1989. Má grave aún porque la URSS se hunde en 1991 (nadie sabe cómo), y en 1992 los muyahidines toman Kabul.

Inmediatamente se inicia la guerra civil entre facciones de muyahidines, llevando la iniciativa los talibanes que poco a poco avanzan hasta tomar Kabul en 1996, asaltan la embajada de la ONU, secuestran a Najibulá y a sus colaboradores, lo asesinan, lo castran y exhiben su cadáver. 

Y así los talibanes gobiernan hasta que los EEUU toman el relevo tras los atentados del 11-S y así hasta la actualidad que han vuelto lo talibanes a mandar, con el apoyo de sabe dios quién. 

Conste que lo cuento, para dar una idea del enredo que se traían también nuestros entrañables rojillos con la geopolítica, y que llevó al asesinato de dos de sus presidentes, al exilio de otro, al asesinato de Najibulá, a unas luchas intestinas de la hostia… Duro fue el camino para llevar el progreso, la paz y el socialismo al pueblo afgano. Y ahí vamos.


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