Resulta que me he perdido que estos días han estado las masas iracundas incendiando contenedores, escaparates, motos y lo que se les ha puesto por delante. Y además los/las tertulianos del Congreso y medios afines, han exigido como aval de pureza democrática, la condena de los violentos.
Caramba, yo iría más lejos aún, y exigiría a los miembros de la Judicatura, del Parlamento, del Gobierno, de la Patronal, de los Sindicatos, de las Iglesias, de la Prensa, y de las asociaciones filatélicas y de todo tipo, un besamos a alguna estatua convenientemente desinfectada con monaguillo pasando paño en hidroalcohol, y una declaración firmada afirmando que el Reino es una democracia con todos sus perejiles, contraria completamente a la violencia, y adscrita a los principios de la Ahimsa del Mahatma Gandhi.
Luego pues, de ello se seguiría que las quemas de coches dejados en la calle, son como la pandemia, acontecimientos fortuitos y accidentales, que nadie podría haber previsto ni teniendo una bola de cristal, tal como se dijo del coronavirus por nuestros dilectos representantes.
Por lo visto el bochinche lo provoca una sentencia del Tribunal Supremo (STS 1298/2020 - ECLI:ES:TS:2020:1298) que condena a un rapero por enaltecimiento del terrorismo. Armado de paciencia me he leído la Sentencia. Hablando de todo un poco, aparte de lo anterior, establezco como mera hipótesis científica, que un babuino con un lápiz metido en el culo, ¿sería capaz de escribir literatura más acorde con el espíritu de la Justicia, que la caterva de homúnculos que se ubican en la cúspide del ordenamiento jurídico de la Cárcel de Hierro, así sea? Nadie se ofenda por los babuinos. Están a salvo en la selva y no tienen Código Penal al que acudir como los Abogados Cristianos.
La cosa es que se dice que los revoltosos salen a la calle, porque lo de la Sentencia contra la libertad de expresión, es como la gota que colma el vaso de la paciencia, de una juventud sin futuro y tal y cual. Hombre, yo no lo sé. No sé si una sentencia judicial puede prender una chispa como la que hizo que los franceses asaltaran la Bastilla asesinando a la Guardia Suiza. A mí me resulta muy raro eso. Cuatro millones de parados, un montón de gente viviendo en casa de los abuelos, principescos sueldos de cuatrocientos euros, el porvenir más bien negro, la pandemia esa, los bares cerrados, el Procés ese más muerto que vivo, el 15-M martirizado… ¿Y van a saltar los nervios, por un preso de nada, cuando llevamos décadas de hostias? Dicho sea de paso, a mí el rap no me gusta, escuchando los temas me entra un sueño de la hostia…, pero joder, tampoco es para meter al músico en la cárcel.
Volviendo al rollo, no es la primera vez que se lía la de Dios es Cristo por un quítame allá esas pajas. Seguramente todo volverá a su cauce informativo, una vez los dirigentes políticos condenen toda forma de violencia y hagan alguna Comisión Suplicatoria. Ahora bien, yo sí que creo que en cualquier momento puede pasar algo gordísimo. Porque en estos mismos momentos, hay en el Reino unas quince mil personas devanándose los sesos intentando rellenar la puñetera instancia para el Ingreso Mínimo Vital, o para el bono social, a punto de volverse loca de ansiedad. Es más, conozco a una que fue a pedir información del bono ese, y los de Endesa la liaron de tal forma que ha contratado la tarifa Happy sin explicarse cómo, y está que muerde los barrotes de la ventana diciendo que alguien tiene que morir. Esto va a estallar algún día, en serio, y no va a haber policía que lo pare… Porque esos vagos buenos para nada, en el momento que les rompan quince o veinte coches, ¿esos? no son capaces de desplazarse más de cien metros andando, ni para meter la tarjeta en el cajero. Lo sé de buena tinta.