
Me he estado divirtiendo un rato, leyendo la absolución de Rato, ¡JA!, (que chistes más buenos hago), por parte de la Audiencia Nacional. El prestigioso organismo de jueces de alto nivel, consideran que no hubo estafa ni falsificación de cuentas en la salida a Bolsa de Bankia, porque dicha salida contaba con el visto bueno de las autoridades económicas, del Banco de España, de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, y de la Autoridad Bancaria Europea ¡Toma Castaña!. Es decir, pone de imbéciles a los supervisores que, ganado cientos de miles de euracos al año por vigilar que las cosas se hacen bien, no se dieron cuenta de que sacar a Bolsa la fusión de unas Cajas de Ahorro que estaban lastradas por deudas descomunales, iba a ser un desastre del copón. 22.000 millones de euros es la factura. Una catástrofe que ha costeado todo dios, por ejemplo el jornalero nigeriano que recoge fresas en Moguer. Seguro que no llega al mínimo para declarar la Renta, pero para no escaparse, paga el IVA cada vez que compra algo.
La Audiencia considera, por tanto, que si los especialistas y expertos en economía del Estado y de Europa no se dieron cuenta de lo que se venía encima, no hay delito de estafa, por más que los artífices del invento de Bankia, supieran que se traían entre manos. No lo podían ignorar. Rodrigo Rato, Ángel Acebes y el resto de la Banda, sabían cuáles eran las cuentas deficitarias de las entidades, las ocultaron a los contribuyentes, invitaron a invertir excitando la codicia de un montón de gente, y minimizaron los riesgos a base de propaganda y publicidad, esperando que ocurriese un milagrito. Pasó todo lo contrario, y son inocentes del desastre a ojos de la Ley y el Orden. Nadie es responsable, y si se ha perdido esa millonada, hay que pasar página, y de forma animosa y resiliente, seguir adelante. Eso nos dice la Audiencia Nacional, mientras los encausados preparan nuevas fusiones y trapisondas. Los acusados son meros entusiastas, gente que tiene un Sueño, que recogen pedazos de cadáveres en descomposición, los cosen con primor, y llaman al amasijo "el Hombre Nuevo". ¡Corred a invertir vuestros ahorros, jubilados! ¡La Audiencia Nacional ha dictado sentencia! Ah, y sin olvidar el rapapolvo que le echan los jueces al fiscal, al que le regañan por no haber acusado de nada en concreto a los prendas.
Y la cuestión que planteo, es la de los expertos. Esos tíos y tías… ¿De qué van? ¿Cómo es que fallaron de ese modo, teniendo como tienen unos enchufes de alto nivel? Pasa con esto de los expertos en economía, como con los de sanidad en la pandemia. Los expertos del Carlos III y asesores varios en sanidad con los que cuenta el Estado, todos ellos bien engrasados de parné, supieron en diciembre-enero que en China había un virus nuevo que mataba a los viejos. Durante meses estuvieron transmitiendo la idea de que no había que preocuparse, hasta dos o tres días antes de lanzar el Estado de Alarma que liaron la de dios. Previamente no exigieron el blindaje de las residencias, ni la compra de material sanitario. No lo vieron venir, tal como explica nuestro Pedro Sánchez en sus larguísimas comparecencias de hora y pico y venga, y toma, y dale que te dale, y toma que te pego. Y ahora nos encontramos con 31.000 muertos declarados por covid, y 15.000 más que no se sabe por qué. Yendo al ahora, 2722 personas han muerto "de más" en el mes de septiembre, de los que 2270 son mayores de 75 años. Pero como los expertos y autoridades sanitarias no se lo esperaban, nadie es responsable de la masacre. Y el Estado, que ejerce la violencia para garantizar la seguridad, silba una canción.
Y en eso consiste seguramente, el Poder de los Expertos: en quitar responsabilidad a quienes toman las decisiones. Y aquí Paz, y directos a la gloria.