Este es otro Primero de Mayo. Recuerdo que la primera vez que escuché hablar de esta celebración, aún no estaban permitidos los sindicatos, y alguien vinculado al PCE, que no recuerdo ya su nombre, me comunicó que íbamos a hacer una manifestación ese día a tal hora en tal sitio. Así que allí que me fui. Era una plaza grande, un sitio de paso, con varias salidas, y ciertamente, estaba muy asustado porque, a ver, las cosas no estaban para bromas. Total, que allí no había, aparentemente, nadie. Pero apenas el reloj de la iglesia dio las campanadas, de golpe nos juntamos en el medio, se desplegó una pancarta, y sacamos carteles –el mío en papel cuadriculado–. Yo no sé lo que decían los demás, yo me desgañité gritando "¡Abajo la dictadura, viva la libertad!"… Aquello duraría… Treinta segundos. Y a continuación, tiramos todo y echamos a correr con un "¡Sálvese quien pueda!", porque, evidentemente, aquel sarao era conocido por la policía que había copado todas las salidas. Yo, que soy un tipo grandote, eché a correr, cargué enloquecido por el pánico contra los grises abriendo una brecha, y por allí salió un montón de gente. También puedo decir que yo pensaba que corría mucho, por eso me quedé muy sorprendido cuando una muchacha con minifalda estrecha y tacones me adelantó como una estela de luz, y arremangándose la falda sin pudor alguno, saltó como una atleta olímpica un seto de arrayán, perdiéndose en la lontananza por la calle Montes, hipnotizándome con aquel contoneo frenético… 

Fue un día estupendo, y desde entonces, he procurado no perderme el Día de los Trabajadores. Los años han ido pasando, y el 1 de Mayo siempre me ha resultado de lo más agradable. En primer lugar, es un día de fiesta en el que siempre hace buen tiempo. Yo no tengo ahora mismo en la memoria ninguno en el que haya llovido. Por el contrario, muchas veces nos hemos achicharrado de calor por los largos trayectos y los pesados discursos. En segundo lugar, casi siempre he ido a la manifestación de la CNT, y si por alguna circunstancia no había manifestación cenetista en la ciudad o pueblo que estuviese, he comparecido en la del sindicato que hubiese. Lo que pasa es que la manifestación de CNT me es muy querida, porque siempre me encuentro a gente a la que no veo desde quién sabe cuándo, nos reconocemos, nos abrazamos, y nos decimos que a pesar del tiempo pasado, a pesar de las cabronadas, aquí estamos. No nos hemos rendido. 

Y he dado mi modesto apoyo a la CNT, (actualmente la de la CIT), porque ha sido el sindicato que estableció un marco de acción sindical propio, en el que para sentar al empresario a negociar, no queda más remedio que implicar a la plantilla en la lucha. Y es que ningún capitalista se aviene a firmar un acuerdo que mejore el convenio sectorial, sin que medie una presión continuada y sostenida en forma de huelgas y demostraciones, sobre sus intereses económicos. Hay muchos otros sindicatos a los que les deseo éxito en este día de unidad…, lo que pasa es que pienso que se equivocan en la estrategia. Quiero mucho a todos los sindicalistas, de verdad. Quiero a esos hombres y mujeres cuando emplean sus conocimientos y su actividad para mejorar la vida de los y las currantes.

Pero yo soy de la CNT. Hemos perdido muchas veces. Hemos ganado otras. Y aquí estamos.