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Activismo por activismo y follar por follar

Enviado por Acratosaurio rex en Mié, 12/09/2018 - 23:09

Me decía un colega esta tarde, que el activismo por el activismo no es válido. Es una consigna que he escuchado durante décadas. El activismo por el activismo, vendría a ser una militancia que se lleva a cabo sin ton ni son. Y cada vez que me lo sueltan, me imagino a alguien que para hacerse una paja, pretende llevarla a cabo leyendo la Enciclopedia del Sexo de 1972… Es muy difícil si tienes que sostener un libro tan gordo, te lo aseguro. Entre analizar el follar, y el follar por follar... Por supuesto lo segundo. 

A mí me da que esos que critican el activismo por el activismo, tienen dos problemas. El primero, que les gustaría que el que derrocha energía en lo que sea, lo hiciera en otra cosa que piensa que es de mayor provecho.  Y el segundo motivo, que esos críticos en su vida han dado un palo al agua, y no saben ni cómo solucionar un problema de sanción de empleo y sueldo.

A esta opinión me adscribo en base a este razonamiento… Todos esos que dicen que la militancia ha de basarse en análisis sutiles… ¿Qué mierda consiguen? Un mojón, os lo digo yo. Una puta mierda. De hecho lo que hacen los grandes teóricos, es vivir del cuento contando lo que hacen los activistas.

Evidentemente, cualquier activismo tiene su razonamiento. Mejor o peor, la razón existe en cualquier cosa que hacen los humanos. Otra cosa es que lo que hacen sea completamente estúpido. No es incompatible ser un cretino monumental, y actuar en base a un objetivo, logrando lo contrario. Así es como intentan ligar muchos tíos, por ejemplo.

La cuestión es que –para mí–, es mejor detectar problemas, buscar soluciones, agrupar voluntades, organizar movidas y actuar sin condescendencia…, que quejarse de lo mal que está todo.

Un buen militante, siempre será un gran activista. Será una persona capaz de meterse en líos maravillosos y terribles, que canaliza la fuerza colectiva para ganar, que identifica necesidades, que aúna intereses, que comparte sus conocimientos, que interpreta el mundo y lo describe mediante su acción, que equivale a su palabra. 

Es la acción la que te proporciona un baño de realismo. Mediante ella mides la fuerza de tu enemigo, localizas tus debilidades y –muy importante–, aprendes que entre los dominados hay también cabrones, incongruencias y maldades. Por eso un buen activista no quiere que las cosas vayan bien o funcionen mejor. Con que vayan…, se da con un canto en los dientes.

Y de toda esa información que te proporciona el activismo, es de donde adquieres la experiencia. Gracias a ella vences el miedo, ganas valentía, organizas, unes, animas, clarificas, peleas, ganas… O eres derrotado. Entonces, tumbado en el suelo, antes de que suene la campana…, como un púgil que encaja el golpe, te levantas, escupes sangre, y vas a por más. Con la mirada atravesada, agrupando a los dispersos, viéndolas venir, pero tal vez sabiendo esta vez, cómo esquivar la siguiente guantada, y darle a ese cabrón que se sonríe pensando que las tiene todas consigo, una pedazo de hostia que le arranque la cabeza. 

No. No es violencia. Es activismo por activismo. Porque nos sale de las glándulas amatorias.


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