El uso de los conceptos y las palabras siempre me ha fascinado. Por ejemplo. En los últimos años se emplea el término independentismo para eludir la palabra nacionalismo. ¿Por qué? –me pregunto–. Los independentistas reivindican la gestión total de un territorio, apoyándose en la historia y en derechos pretéritos, asegurando defender la cultura de un pueblo, para ir hacia un futuro formidable. Cosa que hacen siempre los nacionalistas. Pero dicen que no son nacionalistas, porque son inclusivos y admiten a cualquiera en su país, y no consideran que su Patria sea mejor que la de otra persona. Solo que desean ver irse a la Nación X, que es la peste. No es que nosotros seamos mejores, si no que los otros son peores, y no deberían ofenderse si les llamamos lo que se nos ocurra, porque somos buenas personas que no hacemos más que describir las cosas que pasan.
Y del mismo modo, se emplea la palabra fascismo para la Nación Chunga: hay elecciones, hay partidos , hay políticos charlando hasta por los codos, hay una invasión de opinantes, yo incluido… Pero que hay fascismo y que es fascista cualquiera que lo dude, es impepinable. ¿Que no? Eso es porque eres un fascista. No debes ofenderte, ya que no es más que la descripción de lo que eres.
Por supuesto que esto es un fascismo, en el sentido que se le da a la palabra de autoritario. En cualquier país se producen un montón de decisiones cabronarias por parte de unos tipos que se llaman gobernantes. De hecho, los políticos no dudan en llamar a sus adversarios fascistas y totalitarios. Tooooodos vienen a ser fascistas en ese sentido. No hay Duce, Führer, ni Caudillo, ni Gran Timonel, ni Padre de los Pueblos, ni Conducator; no se ven grandes carteles en la salida de la gasoliera exaltando a la Patria con el careto del Gran Jefe… Pero esto es el fascismo. El uso de esa palabra fascista viene a ser el mismo con que algunos anarquistas simplifican la Cuestión Nacional (sea bendito su nombre), cuando hablan de NAZIonalismo: una forma de poner a parir a quien no nos gusta.
En fin, que el independentismo no deja de ser –para mí– un nacionalismo que presume de amabilidad, y que tiene algo de mala conciencia por lo siguiente.
El nacionalismo que aparece en el siglo XIX, ha sido el pretexto de decenas de guerras, deportaciones, asesinatos, campos de concentración… Desde Sudáfrica a Cuba. Luego en el siglo XX dos grandes conflictos, la Gran Guerra y la Gran Guerra Patriótica devastaron el continente europeo. Todo muy nacional, con millones de voluntarios descuartizándose en las alambradas. Más cerca, aquí en el Reino hubo una guerra civil, en la que uno de los bandos implantó unas ideas muy raras de por el Imperio hacia Dios, muertos a las cunetas y 25 años de Paz. Y finalizando el siglo XX, el nacionalismo dio la campanada en los países del Socialismo Real, organizando la de San Quintín… Desde Croacia a Chechenia. Y también desde las Malvinas a Timor, con sus tradicionales, según el sitio, campos de concentración, violaciones en masa, francotiradores, bombardeos, etc. Y los nacionalistas de Patria por construir, tampoco es que hayan dado grandes alegrías.
Claro, después de esas masacres, es bastante complicado definirse como nacionalista, si se tiene un poquito de sentido de la oportunidad política, y no quieres que se te busquen comparaciones odiosas. Porque puestos a examinar, se me ocurre que comparados con los amantes de la Patria, o de la Religión o del Dinero, los anarquistas más letales son verdaderos angelitos. De ahí que alguien que quiera la gestión de un territorio y cobrar la vaca sagrada de los impuestos, prefiera denominarse de cualquier manera, menos de forma nacional. Porque los que se ponen en plan nacionalista, posan ante el espejo gritando… ¡Quietos todos! ¡Esto es el fascismo! Y conste en acta, no lo digo yo. Lo dicen todos.
