Hace unos días tuve una discusión con un chaval que me decía que el emblema de la CNT, el de Hércules estrangulando al león de Nemea era “especista”, o sea, muy poco vegetariano. Le ofrecí algunos datos que os expongo. El león de Nemea era una fiera enorme, invulnerable, mataba a a destajo, dormía sobre una montaña de esqueletos. Hércules acabó con él estrangulándolo, y con las propias garras del bicho, lo despellejó y se hizo una armadura con la piel.
¿Quién fue Hércules? Era hijo de Zeus (el Gran Capital) y de Alcmena, una mortal a la que viola (la Humanidad). De ese polvo surge el proletariado. Hércules, limpiando establos, apuntalando el mundo, ingeniero que desvía el curso de los ríos, ladrón de ganado, pastor, experto segador, conductor de caballos… Es el pueblo obrero que, a través de su fuerza, de su astucia, de su voluntad, vence los inmensos obstáculos que se oponen a su emancipación. No en vano al héroe se le impusieron, doce trabajos.
Porque el forzudo tuvo un oscuro pasado. La diosa Hera, que lo odiaba, envió a Hércules un ataque de locura durante el cual mató a sus hijos y a su mujer. Cuando volvió en sí, tuvo tal dolor que se exilió a los bosques donde vivió solitario como un animal, hasta que le convocaron para trabajar. Sus hazañas muestran que los dioses (los capitalistas) son crueles, monstruos, que les importa un bledo lo que nos pase, y que rezarles es una pérdida de tiempo. Hércules (el proletariado) dialoga, negocia, piensa, engaña, roba… Y cuando por ese camino no progresa, mata a quien sea y sigue su camino.
Lo tengo muy claro: cuando yo sea el jefe de los anarquistas, levantaré con sus cuotas un templo a Hércules. Una cosa modesta, como el Vaticano. Allí, nada de oraciones. Yo pienso que quienes rezan a supuestos seres superiores, están como siete cabras. ¿Alguien puede creer que Dios está ahí arriba, pendiente de las súplicas?, “oye dios, dame un piso, o que al menos se me levante”. Joder...
La función del templo a Heracles, sería la juntar en sus escalinatas a jóvenes y venerables ancianos y ancianas, a inspirarse, trabar conocimiento, dialogar, preparar a la peña para la maniobra, darles un sentido colectivo capaz de generar consenso, trabajo en equipo, organización, formar un muro infranqueable que avanza bajo el humo de los gases y los pelotazos, sin ceder terreno ante la despiadada carga.
En cambio, ahora, sin templo, si te descuidas llegas a un local, y te pueden dar una brasa con los jodidos PTF, Principios, Tácticas y Finalidades, y que te leas los informes del tesorería de Cuenca del 2002, que aburren hasta a las ovejas.
El tiempo pasa. Hércules, siempre alerta, espera que le convoques. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.