Un amigo me pide que explique más despacio eso de que un obrero nunca puede competir en unas elecciones con gente titulada… Me dice que los obreros están tan capacitados como cualquiera para gobernar. Y es cierto, no hay impedimento. Pero la cosa se explica de este modo: los dominados, en democracia, siempre votan por los dominadores.
¿Por qué? Pues que nuestra especie se ve impresionada por la gente ostentosa en conocimientos, en dinero, en buen gusto, en poder... En el mundo animal, esos pájaros que en el cortejo aletean y gorgotean como desesperados para atraer a la pareja diciendo “voy follarte”. Pues en política, igual funcionan los títulos.
Así que cuando un obrero sin diploma y sin dinero se presenta a las elecciones, y al lado va de candidato un Comisionado del Observatori, ¿A quién vota el pobre? Pues al diplomado, o al que lo aparenta. Que un licenciado puede ser mil veces más burro que un ama de casa. Pero lo disimula o lo intenta.
Pero es que encima, a día de hoy hay millones de personas con títulos universitarios españoles de escasa validez. ¿Van a dar su papeleta electoral a un obrero que está en la escalera social por debajo de ellos? Pues no. Hay una especie de cosa que no me acuerdo cómo se dice cultamente, que establece que las personas de rango superior, médicos, policías, ingenieros, funcionarios de grupo A, gente así, se ponen muy molestos cuando por razón de su oficio tienen que servir a gente de inferior clase social (1). Eso de que entre una mendiga gitana y negra (2), exigiendo tratamiento a voces por la puerta de Urgencias, y que un licenciado o un técnico tenga que palparla como si ella fuera doña Leticia… No les gusta. Si entra un alto cargo del Régimen, en cambio, corre todo dios a a hacerse la foto. ¿Votarán entonces esos titulados a un inferior social? Ni borrachos.
Así que… ¿Dónde puede hacer carrera política un obrero? Pues en un sindicato, si acaso. Y aún así, hasta en el Sindicato de Obreros del Campo tienen de dirigente a un maestro jubilado.
Un otro obstáculo lo da el modo de vida. Un obrero, o una obrera sin cualificar se pasan la vida, o trabajando en cosas embrutecedoras, o buscando trabajos embrutecidos… Te metes en una lavandería industrial a introducir toneladas de ropa sucia en las enormes lavadoras diez horas al día, sesenta horas a la semana durante cincuenta años… ¿Qué ganas te quedan para lanzarte a la palestra política cuando tienes las costillas molidas y una enfermedad en la piel?
Y al final, a día de hoy…, ¿qué pasaría si un obrero llegase a Diputado? Pues que dejaría de ser obrero. Por eso –y por muchas otras cabronadas estructurales de la sociedad desigual–, siempre que exista un gobierno, los obreros serán gobernados. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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NOTA
(1) Describo las condiciones objetivas, porque como vivimos en la sociedad dividida, segmentada, de clases, se establece una jerarquía que la gente percibe como real, y la pone a funcionar tan tranquilamente en su propio perjuicio. Por eso desconfío siempre del demócrata que no explica cómo conseguir la igualdad de los miembros de la sociedad, o que no tenga este punto como prrrrrioritario en el programa. Es decir, que desconfío de todo dios, y paseo por la calle mirando a mis espaldas, dando volteretas, adoptando posiciones de kárate y dando chillos escalofriantes. Por si acaso.
(2) Y si es rumana y vieja, peor. ¿Viste alguna vez a una mendiga negra gitana rumana en el parlamento. Pues eso.