A partir de lo dicho sobre la “política de lo real” (1), me pide una lectora que explique, qué es para mí la Razón, o tener Razón. Bueno, la razón tiene que ver con la verdad y con lo cierto. Y para mí tener la razón, significa estar equivocado. Hacer buena política basada en la Razón, implica obtener un fracaso rotundo.
Si no me creéis, observad a los políticos. Cuando hablan, parecen tener razón en lo que afirman. Es decir, mienten, ¿no?. Las mentiras acaban cobrando vida y tejen su laberinto: el suelo se abre ante el paso de Teseo, el Minotauro antropófago comparece, Ariadna se olvida del hilo, las flechas ponzoñosas la abaten…, esas tretas se cambian de posición una y otra vez, hasta que llega un momento que ni Dédalo –que fabrica los engaños– los conoce. Bien porque se olvida de sus embustes, bien porque se le ejecuta para mejor guardar el secreto, bien porque corre que se las pela.
Entonces ocurre que es cierto lo que se nombra, aunque sea mentira. Un inquisidor afirma: “esa mujer es una bruja”, y eso es verdad. Eso es cierto, porque inmediatamente el verdugo puede quemar a la mujer que vuela, y se escriben libros al respecto. Para que Torquemada pueda afirmar algo irracional, que tenga efectos verdaderos, la mentira (leyes, cárceles, dioses, tribunales) tiene que estar defendiendo su discurso, y la gente creérselo, porque quemar a alguien vivo, convence al más pintao.
En contraposición a la certeza del Poder, el discurso de la razón, intenta describir el mundo de forma que las palabras muestran lo que es cierto, sabiendo que tal tarea es imposible. Un artista puede pintar un retrato, pero no puede meter en el lienzo a la persona real ni pegándola con cola. Un científico puede explicar la gravedad en una fórmula, sabiendo que solo sirve para que caiga la manzana, pero no para que las alas de la mariposa produzcan el huracán. Se sigue de ello que una persona que emplea la razón, comprende claramente que se está equivocando en algo, y es capaz de afirmar que: “parece que llueve” mientras se empapa como rata bajo el temporal.
Así es: lo que nombra el que detenta o lucha por el Poder, es lo que se convierte en cierto. La razón, siempre es imprecisa. La razón disfruta derrumbando las certezas…
Y al contrario, podemos escuchar en estos días de crisis y zozobra, a disidentes que combaten el Poder, que afirman de manera realista que “hay que construir un contrapoder”…, tomando el Poder, porque si no “otro lo acabará tomando”…
Y en ese momento de toma de posesión, lo irracional adquiere cuerpo, la red de mentiras se extiende y el triunfo del Orden está asegurado. Ése –y lo que se me olvida y desconozco– es el motivo de que la Razón, siempre fracase en la toma del Poder. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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NOTA
(1) Ver lo dicho si se tienen ganas en: http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/31989