Los políticos cuando practican el cinismo moderno, es decir, cuando saben que son unos infames, pero les da lo mismo, emplean una lógica que viene a decir que lo importante no es participar, sino ganar. Y que para ganar no hay que tener razón, sino que hay que buscar el éxito. Y hacen el chiste de aquel hombre que siempre que hablaba era razonable y nadie le hacía caso, hasta que se murió y alguien puso en su tumba el epitafio que afirmaba: “este hombre muerto, siempre tuvo razón” (risas).
Lo cual viene a revelarnos que los políticos no emplean la razón, sino aquello que les proporciona proyección, visibilidad y triunfo… Personal. La razón –para ellos– es algo que va en contra de los hechos reales, y el realismo es la opción ideológica de un político de éxito, también llamado Cabrón Renombrado. ¿Y en qué consiste el realismo ese? En adaptarse a lo existente y hablar de lo real, siendo lo real la ley y el orden.
Los Políticos, cuando elaboran sus discursos, parten de la idea de que a las masas no se les puede hablar de Lenin, ni recitarles poemas de Neruda, porque no les interesan. Así que los políticos optan por elaborarles discursos realistas, que no tienen por qué ser iguales. Para dar variedad, hay un extenso catálogo de discursos, de derechas y de izquierdas. ¿Y cuál es el discurso realista que entiende la gente del común según esos tunantes? El discurso del Poder. Tú pégale cuatro palos a un desgraciado, quítale las garras y los dientes, y verás como se educa en un periquete, asumiendo así la religión, el nacionalismo, el dinero, que unos manden y otros paguen los impuestos, porque así está dispuesto el Universo, eso es lo real y conveniente. Y en eso consiste la política que se emplea a fondo en la conquista del Poder. La de ayer y la de hoy. Es la política realista del que entiende que es necesario un alcalde, un diputado, un gobierno, un rey o un presidente, porque si la gente pudiese decidir, votaría en contra de la realidad.
Amigo, amiga, persona que confías en la política del Poder, algún día puedes ser inquilino de un cementerio que ponga en su entrada: “aquí descansan los restos de los que mataron, los que tenían éxito, pero carecían de razón” (más risas). Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.