Al grano: en España tanto anarquista como libertario significan lo mismo. Pero… Hay un sutil matiz de diferencia: un libertario, a veces, es un poco así como un anarquista que se avergüenza de serlo. Y un anarquista es un libertario al que no lo aguanta ni su madre. Vamos a verlo.
Ser libertario es una cosa liviana, guay. Parece que la palabra no transporta la carga funesta de una historia (atentados, colectivizaciones), unos principios inquebrantables (solidaridad, autogestión, acción directa y federalismo), unos signos de identidad (la bandera, la estética, la música) y un destino colectivo (la anarquía, un pelotón de fusilamiento...). Un libertario puede mañana, por ejemplo, salir de misa tras la comunión pensando que ha redimido sus pecados. Mientras que ser anarquista es algo chungo. Parece más complicado que un anarquista confiese ante el cura que el sábado se masturbó a la chita callando en la asamblea, mientras leían en voz alta el articulado de los Estatutos de la AIT de cara a alguna purga (1).
Hay quienes piensan y proclaman que un anarquista es una persona que ha leído a Kropotkin y a Malatesta, y que los asume. Qué terrible error. Porque eso excluiría del anarquismo a los anarquistas que no saben leer, a los que se han leído a Proudhon y a Bakunin, y a los que habiéndolos leído, no se han enterado de nada o ya se les olvidó qué cuernos decían. Y esas mismas personas aseguran que un libertario sería aquella persona, que sin ser anarquista o siéndolo (lo sepa o no), practica el apoyo mutuo, la autogestión, el federalismo y la acción directa. El libertario lo sería a ratos, mientras que el anarquista ejercería a tiempo completo. Por lo menos en teoría, ya que es imposible, por más que uno lo desee, practicar la solidaridad a la hora de la siesta, por ejemplo.
La cuestión es que hay un pequeño número de anarquistas exigentes, con un catálogo de normas de conducta que hay que seguir para ser anarquistas. Problema: a mayores exigencias en materia de dietética, costumbres, relaciones, lecturas, actividades…, menos anarquistas habrá. Y eso da como resultado, grupos muy reducidos de anarquistas que se sienten especiales, distintos (2). En cambio, un libertario sería un anarquista benevolente en materia de comportamiento personal y ajeno. Puede entonces presentarse a las elecciones tan tranquilo o apoyar a Chávez, que está lejos y muerto.
Ambos, anarquista y libertario, tienen fronteras que los separan del resto del mundo, claro. Por ejemplo, un libertario no puede hacer chistes guarros, cosa que a veces sí que hacen los anarquistas… O sea, que poner en práctica soluciones aquí es complejo, y es ahí donde fallamos.
Sutilidad aparte, anarquista y libertario son sinónimos, y por ello, amigos libertarios, reivindicad el anarquismo (3), porque es demasiado bonito para dejarlo en manos de cuatro papanatas, y amigos anarquistas, sed libertarios, porque si no cualquier día tenemos de Jefe del Estado a un libertario (4). Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
—————————————-
NOTAS
(1) Los Estatutos, en cierto modo, prohíben todo y permiten cualquier cosa. Todo depende de cómo se les interprete. Por eso yo nunca me los leo.
(2) La diferencia entre una secta y una Iglesia, la da el número de sus partidarios. Para saber de sectarios, leer “carne de secta” http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/18284 [1]
(3) Yo cada vez que puedo digo que soy anarquista, no más que por ver la cara que me ponen. Al respecto podéis leer “Yo soy anarquista” en http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/19753 [2]
(4) Para ser un buen anarquista, es condición inespensable ser libertario. Puedes verlo en “como ser un buen anarquista” http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/11256 [3]
P.D. Soy plenamente consciente de que mi manera de pensar es autoreferencial, mi fuente de autoridad puede decirse que soy yo mismo…. Y eso es muy sospechoso. Larga vida al anarquismo trinitario y al comunismo circular.