Hay una maldición de por ahí, que consiste en desearle a la persona a la que se quiere ver descuartizada: “que ojalá que vuelvas a nacer en una época interesante”. Viene a significar, que los tiempos aburridos, en los que los días se suceden en paz, son los mejores de la existencia. En tanto que las “épocas interesantes”, esas que estudian con pasión historiadores, sociólogos y sicólogos, son épocas en las que mejor no haber nacido, porque las crisis, los terremotos, las guerras, las epidemias o los alienígenas antropófagos, se afanan por aligerar nuestra especie.
Y sí, se puede decir que hasta ahora hemos vivido tiempos interesantes…, para nosotros. Una crisis ecológica, económica, social, política, financiera, energética, toda unida está haciendo que buena parte de la Humanidad las esté pasando canutas. Y lo que se barrunta no es verde, precisamente.
Y aquí, en este pedazo de planeta, también pasan cosas interesantes. Hace cinco días más o menos, sin previo aviso, el alcalde de Barcelona, un tal Trías, una criatura insignificante que se decía muy honrada, mandó una excavadora enorme a derribar el Centro Social Can Vies. Llegaron, la policía echó a los que estaban dentro, y en un periquete, un obrero no sindicado manejando un monstruo mecánico, hizo fosfatina 17 años o más de sueños, de buenos momentos, de proyectos de gente del barrio…
La cosa podría haber quedado ahí, como en otras tantas ocasiones interesantes, con llanto y crujir de dientes, que es un sonido muy desagradable de dentista. Pero no. Durante varios días se sucedieron las protestas. Un incendio hizo parar la demolición, y ahora la excavadora espera el camión de la chatarra, cientos de personas se lanzaron a la calle, sesenta detenidos, un encarcelado… También la reacción lanzó a sus criados a desacreditar a los protestatarios, a los que definieron como extranjeros mercenarios profesionales, venidos de todas partes con lanzallamas y armas de guerrilla, a destrozar Barcelona. Una mezcla de vascos, antisistemas, anarquistas, independentistas partidarios de la dictadura trotskista, pagados por Venezuela y la embajada de Irán.
Por su lado los resistentes, haciendo caso omiso de las llamadas a la paz y el orden del Ayuntamiento, han iniciado tareas de desescombro. Sin pedir permiso de obra, sin presentar proyecto, sin nombrar director de proyecto, sin aguardar a que el consistorio se reúna y apruebe el proyecto, sin pagar las tasas… Establecen un perímetro de seguridad, e inician tareas constructivas, separan materiales, delimitan funciones, crean comedor colectivo, preparan actividades mancomunadas, y le dicen al Ayuntamiento a día de hoy, que se metan el diálogo por ese sitio donde el sol no luce. Y es que Sans, es un barrio bien organizado.
Efectivamente, hay un ambientillo, y se pueden volver las tornas, como para decirles al alcalde, al diputado, al presidente, al policía, al juez… Que os vayáis preparando… (1), para vivir tiempos interesantes. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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NOTA.
(1) Colóquese en este espacio, el adjetivo calificativo que sea del gusto del lector.