Hay una teoría anarquista, que está avalada por grandes filósofos libertarios (1), que afirma que “el enemigo está inscrito en la forma misma de sus armas”, y que “tomar sus armas es transformarse ya en el enemigo”. No lo niego, pues lo dice gente muy señalada. Ahora solo tienen que hacernos la lista de armas del enemigo, a ver, si son machetes, pistolas, misiles, garrotes o una navaja suiza. Porque como se descuide uno con lo del armamento, puede ser uno mismo el enemigo y no haberse enterado.
Claro, me dirán de inmediato: “pedazo de ignorante: las armas del enemigo son las armas del Poder, tomar el Poder es convertirse en el enemigo”. Sí. Bueno, pensemos en Pepe, un dirigente cualquiera, que quiere tomar el poder…, pero no lo tiene. ¿Es el enemigo? Podríamos decir que no lo es, ya que no tiene el Poder. Quiere y no puede. Es un enemigo potencial. Si cogemos sus armas… ¿Nos convertimos en enemigos potenciales? ¿Y de quién somos enemigos potenciales? Y si está sentado, quieto y sin hacer nada, ¿cómo podemos saber cuáles son sus armas? Cuántas dudas, rediós.
Vale, hay que esperar a que ese cabrón de Pepe se mueva. Ahora se levanta… Se sube a un contenedor de basuras con el megáfono, se rasga la camisa, lanza tres consignas y tres mil personas le empujan hacia el Gobierno Civil mientras se desgañita animando a la peña… He contabilizado como armas: un megáfono, la palabra hablada, una camisa, un contenedor y tres mil personas. Es decir, que tengo que apuntar como armas que no he de usar… ¿Un megáfono del lidl?
Vamos, a ver, que estoy, confuso. ¿No sería más fácil que los filósofos nos explicasen con claridad cuáles son las armas que podemos emplear? Si dijesen: “la cerbatana, catapultas y fuego griego, son armas libertarias”, ea, pues ya sabe uno a qué atenerse. Pero te dicen “el federalismo”. Y eso, como no cojas un libro gordo de Proudhon para tirárselo a un trotskista… No, eso no puede ir así. Tiene que ser algo más metafórico, más sutil.
Porque vamos a ver, las armas del enemigo, son las del poder. Y las armas del poder, son casi todo. El poder aprovecha tanto lo que haces, como lo que no haces. Aparecen los sindicatos, hay elecciones, viene una dictadura, sube la bolsa, te vas al campo, te echan a la ciudad, trabajas, vencen los bolcheviques, muere Chávez, te quedas en paro, consumes, matan a Gaddafi, ¡viva Al Assad!… Parece que cualquier cosa que hagas, o que no hagas, es un arma del poder.
Lo cual quiere decir que el enemigo está en todas partes, que sus armas ¡horror! están inscritas en ti mismo, que el enemigo es como Dios, y por lo tanto, no existe. O sea, que con tanto enemigo…, es difícil equivocarse. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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