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Los salarios, los extrasalariales y los emprendedores merecedores de juicio rápido

Enviado por Acratosaurio rex en Mié, 30/10/2013 - 10:18

El otro día hablábamos de contratos. Hoy de salarios. Si el contrato regula las condiciones de trabajo entre el empleado y el empleador (el trabajador siempre en situación de sumisión y dependencia), el salario establece uno de los puntos más interesantes del pacto entre desiguales: el precio del trabajo. Parte de este sencillo fundamento: para que al empresario le salga a cuenta un trabajador, siempre tiene que pagarle menos que lo producido. Si la empresa está boyante, para ganar mucho más dinero del que ya tiene. Y si va regular o mal, para que sea el currante el que pague el pato. Y si tiene que morir, que muera. No les importa lo más mínimo, más que en teoría. ¿Que no? ¿Que también tienen sentimientos? Lee cualquier diario económico hoy, como Expansión, y verás que no dicen ni pío de los seis mineros que se asfixiaron ayer con el grisú en el Pozo Emilio del Valle Egocheaga de la Hullera Vasco-Leonesa, Pola de Gordón. En Economía, lo importante son los dineros, la bolsa, los índices de crecimiento. Los trabajadores son como la munición en la guerra. Lo llaman accidente, silicosis, neumonía...

 

Bueno, claro, la propaganda capitalista no lo plantea de ese modo. El emprendedor es el que -afirman- tiene grandes ideas, el que empuja a los vagos a que penquen y jinquen el callo. Y -por lo tanto-, es muy bueno darle muchísimo dinero, ya que ello redundará en beneficio de todos, siendo el beneficio empresarial una especie de salario merecido.

 

El Acratosaurio piensa en su oscuro cerebro, que siempre ante afirmaciones contundentes, hay que ser objetivos. Hay que ver qué es lo que hace cada cual, y cuánto se merece. Para el caso empresarial, es muy conveniente estudiar su productividad real. Supongamos un emprendedor que busca pedidos durante catorce horas al día y regatea como Aladino en el bazar… Bueno, ese personaje merece un buen salario, sin duda, y nada más. Pero veamos a individuos como el de Zara, que parece que ha acabado con el hambre en España por dar un donativo a Cáritas. Ese tipo y su beneficio, en realidad, está sostenido por el trabajo mal pagado de miles de personas, y por las ideas vampirizadas de un montón de gente. Si lo estudiásemos como a una bacteria de la lepra, en realidad descubriríamos que es un trepa de trepas, que se dedica a copiar y a robar innovaciones de otros aprovechando la legislación vigente. Ese hombre no merece un salario, si no un juicio rápido. Esto lo digo desde un punto de vista demócrata-cristiano.

 

En fin. Todo es una contradicción hablando de salario, desde el principio. Dice el Estatuto de los Trabajadores en su artículo 26-1, que "se considerará salario a la totalidad de las percepciones de los trabajadores, en dinero o en especie, por la prestación de servicios laborales". E inmediatamente, en el 26-2 te dicen que: "No tendrán la consideración de salario las cantidades percibidas por el trabajador en concepto de indemnizaciones o suplidos por los gastos realizados como consecuencia de su actividad laboral, etcétera". Es decir, que primero te dicen que salario es todo lo que percibas, y luego te añaden que no lo es todo. ¿No es de locos? Es importante -por tanto- conocer que cuando te meten en la nómina (ya hablaremos de nóminas), grandes cantidades de conceptos extra-salariales) plus de transporte, de ropa, de alimentación…), te vas a ver perjudicado a la hora de ser indemnizado o de recibir las prestaciones correspondientes. Y Hacienda no te perdona, ¿eh? Que cuando llegue mayo te va a pasar la cuenta por todas las cantidades percibidas. Es enredoso, sí. Por eso cuando veas una nómina (un documento que el patronariado quisiera ver desaparecer y sustituirlo por la limosna) con muchos o grandes conceptos extra-salariales, piensa que el patrón está metiendo en ellos -en realidad- horas extras o conceptos salariales, de cara a ahorrarse cotizaciones. Por eso siempre hay que procurar que los pagos sean salariales, y no extra-salariales.

 

El mezquino y vil salario, presta al capital vida y aliento. He dicho. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

 

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