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Las pantomimas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) y el derecho a la dignidad de los parados

Enviado por Acratosaurio rex en Vie, 27/01/2012 - 22:30

Recibida la siguiente carta de una parada para su publicación, la transcribo sin recortes.

Las pantomimas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) y el derecho a la dignidad de los parados

Hoy acudí a una entrevista de trabajo. La oferta me llegó a través del SAE, que no me dio ninguna explicación sobre el puesto, y pocos días después fui citada por la Fundación (para la innovación o algo así) que ofertaba la plaza, para una entrevista de selección de personal “a la que era obligatorio acudir si no quería perder la antigüedad en el IMEM tan grande que tengo”.

He de confesar que acudí al acto sin ninguna expectativa y con alguna curiosidad (hacía muchos años que no me convocaban para nada parecido). En el vestíbulo del edificio me encontré con otras cuatro personas que parecían estar allí para el mismo asunto que yo, con nuestros mejores y más neutros atuendos. Me pareció sospechoso que todos estuviéramos citados a las 13 h., y más sospechoso aún cuando nos dirigen a todos a una sala en la que se encuentran otras 10 personas más.

Mi vecino de asiento se asombra de que "ahora realicen las entrevistas de manera colectiva".

A mi mente acudió el guión de una película, cuyo título ignoro, que comienza con una escena parecida, y en la que poco a poco, se incita a los aspirantes al puesto de trabajo a despedazarse psicológicamente unos a otros, hasta lograr un ganador.

La realidad no llegó a ser tan futurista pero si mucho más kafkiana.

Al fin entra un tipo, que mirando al suelo y pidiendo mil disculpas, nos comunica que "ninguno de los que nos encontramos allí tenemos un currículum adecuado para los puestos que ofertan". Que debido al sistema de selección del SAE se ven obligados a hacer unas "supuestas" entrevistas y a firmarnos unos documentos que certifican nuestra asistencia a las mismas.

Ante la impasibilidad de la gente y la vacía e hipócrita verborrea del charlatán, decido intervenir pidiendo información sobre los puestos de trabajo que ofertaban: "...eran varias ofertas", el tipo, confuso, sólo recordaba dos "...control de calidad..., algo de informática... Y claro eran "programas experienciales, tampoco se podía pedir experiencia". "Al fin y al cabo sólo iban a ser 5 meses y el sueldo no era muy bueno".

Alguna otra voz pregunta por qué nos han hecho venir a una entrevista que no se va a realizar.

El tipo sigue con "...La obligación de realizar los trámites que les imponen, que el año anterior citamos a los candidatos individualmente para firmar el justificante del SAE de acudir a la entrevista, y algunos no acudieron al saber que no serían seleccionados y posteriormente fueron sancionados por el SAE, por no entregar el justificante… Así que lo hacemos por vuestro bien".

Le pregunto al tipo si realmente se da cuenta de la tomadura de pelo de todo el asunto. Si sabe que están jugando con personas desempleadas, con problemas económicos, obligándonos a gastar dinero desplazándonos 40 kilómetros para un engaño de tal magnitud.

El tipo contesta con desparpajo y sin ápice de vergüenza: "Nunca llueve a gusto de todos. ¿Vosotros que me aconsejáis que haga el año que viene: uno a uno o colectivamente como ahora?"

Yo le contesto: "Mi consejo es que te quemes a lo bonzo en la plaza del pueblo".

Es del dominio público que en este país la corrupción está institucionalizada, sin ser expertos podríamos citar más de una Fundación "sin ánimo de lucro" gestadas con la única finalidad de expoliar los recursos públicos, como probablemente sea el caso de ésta, a la que me he referido. Empresas fantasmas que dan empleo a amigos o familiares, cuyos sueldos proceden de las subvenciones estatales, requisadas a los trabajadores. Empresas cuya única actividad, en multitud de ocasiones, es organizar cursos, seguramente para formar parados, esos parados que no encontrarán trabajo porque están requeteformados pero, !ay¡ "no tienen experiencia laboral y así es imposible". Y ni teniéndola, da igual. Todo es legal, todo obligatorio, todo impuesto por el Estado y por esa entidad inútil que es el SAE.

Así y todo yo me pregunto ¿Es realmente necesario atentar de esta manera contra el precario  equilibrio psicológico del parado?

El parado es esa "cosa" en número de cinco millones, cinco millones de juguetes para las empresas sin escrúpulos y para la burla de las Instituciones sin alma, ejemplos del Estado excremencial que padecemos.

Olé por aquel parado que una vez quemó una oficina del INEM (no había nadie dentro, no fue un atentado terrorista, fue un acto simbólico digno de admiración)
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Hasta aquí la reflexión. Santa Paciencia, ¿cuándo te irás a hacer puñetas? Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
 


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