Me manda un correo la compañera… Asunción, en el que relata una serie de maldiciones que superan a las de la madrastra de Blancanieves cuando termina el cuento. Para tratarse los nervios, a la tal Asunción se le ha ocurrido ir a un médico/chamán homeópata, que le ha cobrado cien euros por decirle que todas esas cosas malas le ocurren porque ella las atrae, (desempleo, deudas, hijos cabrones, cefaleas, muelas picadas…). Dice que todo está dentro de nuestra mente, y todos podemos conseguir aquello que nos propongamos, con tan solo desearlo con fuerza interior. Que yo que opino.

Pues opino que ya que te has gastado la lana, te tomes los globulitos y hagas los ejercicios y mentalizaciones que te ha encargado ese gurú tuyo tan señalado. Los tratamientos homeopáticos son tanto más efectivos cuanto más abultada sea la factura, y puede que la cosa vaya bien, ya que tú eres, por lo que cuentas, una enferma sana, y es a ese tipo de persona al que cura la medicina alternativa (1).

Pero quiero asegurarte que ese razonamiento del tú tienes la culpa de todo lo que te pasa, es propaganda negativa. Si tú estás parada en una esquina, y te cae encima una maceta, tu gurú puede decir que tu subconsciente desea morir aplastado por una planta, y por eso te has plantado allí. Pero no hay ninguna prueba objetiva que permita demostrar que esta hipótesis es cierta. La maceta ha caído sobre ti porque algo la empujó.

Decir que tú tienes la culpa de todo, es una afirmación extraordinaria que ha de ser seguida por una prueba extraordinaria (que nadie te dará). Decir que tú tienes cáncer, o que te has quedado sin empleo por tu culpa, es hacerte responsable absoluta de tus males, que sí, que en parte pueden deberse a malas decisiones… Pero solo en parte. Porque si el entorno es malo, probablemente todo lo que hagas, o no hagas, lo será también. Los discursos de autoayuda, lo que vienen a decirte, es que una, mediante sus poderes interiores, vete a saber cuáles, es capaz de cambiar la realidad que le circunda. Y sí, bueno, meditaciones, visitas al siquiatra, alguna pastilla, la dieta, echar currículos, divorciarse, pagar al naturópata, hacerse una paja o nada de nueve a diez, puede funcionar, o no. Y así es como nos quiere el poder: solitarios y débiles, recitando un mantra.

¿Qué te dice la Anarquía? Algo mejor que cualquier libro de autoayuda: revoluciónate, haz lo que quieras, no lo que temas, y probablemente mejorarás. O tal vez no, ya que la incertidumbre es el precio de la libertad.

En cualquiera de los dos casos, habrás hecho lo que has querido tú, y no lo que te imponga otro. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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NOTA (1) Es una pena que el médico de pago no haga como el fontanero, que cobra cuando desatasca el bate. Acrato en feisbu.