En esto de las elecciones, la verdad, si se mira fríamente, a quién organiza el evento, y para qué, (pensadlo), lo racional es no asomar la nariz para no percibir el jumeo cuando revuelven la letrina. Pero, bueno, hay gente que dice que si votar blanco, que si votar nulo. Claro, no se sienten contentos con ningún partido de los que se presentan, normal, aunque llegado el caso algunos votarían por los que no se presentan, bien porque no les dejen, bien porque no existen ni existirán.
Quienes votan nulo, o blanco porque su opción no es permitida, o porque no existe, por supuesto: aceptan el sistema electoral y todo lo que de él se deriva. Lo que no aceptan es la exclusión o la inexistencia. Si se les dejase meter cabeza en el sistema representativo, contentos estarían con sus tres diputados, sus doscientos alcaldes y sus cargos en diputaciones, empresas públicas, cajas de ahorros y demás antros del pesebre, más los empleaos, arrimaos y conosíos en busca de una paga. Eso es lo que les conviene para extender su red de aspirantes al Gobierno de-lo-que-sea, y de ahí, del juego electoral, es de donde sacan legitimidad, empleos y lana. Es prosaico, pero así va la cosa si se mira con mala leche. Y mala leche hay taaaanta.
Ahora bien, están los que votan nulo o blanco como forma de protestar… Pues menúa protesta. Escuchad el alegre clarín. Resulta que la tropa está acudiendo al toque de corneta. El coronel dice que asamblea, el turuta sopla, y allá vamos los dos mil, a escuchar a arenga y a cumplir con el rito: ir al colegio electoral, ver en que urna toca, hacer cola, carnet de identidad, papeleta en mano, los de la mesa comprueban que estás en el censo, te dan la venia y votas al Pato Donald. Fin. Ese es tu momento de fama. A cambio de ese instante, has aceptado el procedimiento, le has otorgado validez, te has sometido y lo has dado por bueno. Síii, tú de entre el catálogo de posibilidades, has optado por decir que estás de acuerdo con el procedimiento, pero que rechazas a los representantes. Crees en Dios pero no en el Papa. Pero vamos, que por misa, te has pasado. Y Dios, no existe.
Porque, piensa: ¿qué es lo que responde un político cuando le dices que «no me representa»? Pues te responde que a él le han votado en unas elecciones, y que en las elecciones votan veintidós millones de electores. Incluidos votos blancos y nulos.
El turuta sopla, pero la tropa duerme en sus literas. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.