Dentro del protocolo empleado por diversas organizaciones militares, políticas o mafiosas, para ejecutar a gran número de prisioneros, está el de obligarlos antes de darles el pistoletazo, a cavar la fosa común. Se hace así para ahorrar trabajo a los asesinos, y para eliminar a todos los testigos… ¿A qué venía esto? Ah, sí. Hoy toca charlar del otro contingente obrero, que al toque de corneta, va a dar su voto al partido de izquierdas progresista.
El viejo grito es «que viene la derecha». La diferencia con los peperos es esta: el obrero muy cabreado, escucha los cantos de sirena de los ricos y asume sus pensamientos (las opiniones de los ricos y poderosos son siempre escuchadas con respeto por la legión de tontolabas). En cambio el obrero menos cabreado contempla la sonrisa siniestra del señor Rajoy. Alternativa clara: dar su voto al Rubalcaba, del que se espera que haga lo mismo que la derecha. Por evidencia empírica hablo.
El slogan del PP para estos comicios, es el mismo que empleó el PSOE en las elecciones de 1982: cambio. Déjanos que metamos nosotros el cazo. El PSOE se queda entonces marca conservadora: mantenernos. Porque decirnos que peleemos por lo que queremos, no va con nosotros, porque aquí al que pelea le zurran. El PSOE se está dirigiendo a su corte de clientes, empleados, lacayos y enchufados, para que luchen por mantener sus contratos en Ayuntamientos, Diputaciones, Empresas Públicas y demás escondrijos, donde los que tienen el carnet o algún cuñado, gestionan el Estado con sus buenos sueldos, haciendo no se sabe muy bien qué... ¡iiiiij que me asfixio! Hablando sinceramente, la mayor parte de la historia del país desde la Transición, la ha gobernado el partido socialista, y la mayor parte de los palos, por lo tanto, los han dado ellos. Los del PP son los del doberman, sí, unos indeseables. Pero los del PSOE son los del gal y el terrorismo de Estado, los de los cierres y los de la corrupción a gran escala. Porque en lo que a buche se refiere, los socialistas lo tienen como el de los pelícanos.
Ellos, los socialistas, están ahora mismo (y van a seguir estándo) en Consejos de Administración, en las Cajas de ahorro, en el Tribunal Supremo, en todas partes, ordenando cohechos, mordidas, sobornos, enjuagues, enchufes, desahucios, encarcelamientos, apaleamientos, despidos y asesinatos… Ellos labrarán pacientemente tu ruina, y tú serás la causa de ello, a pico y pala. En cambio, el abstencionista, como mínimo, no habrá colaborado con ellos. Porque el que vota a un cabrón sin que le pongan una pistola en la cabeza, es otro cabrón y el que diga que no, miente. El que no vota, vale, ni pincha ni corta. Pero no es un cabrón.
Votante socialista temeroso de la derecha, sin oficio ni beneficio, cava voluntariamente su propia tumba. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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