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Para proteger al «pequeño comerciante»

Enviado por Acratosaurio rex en Vie, 05/08/2011 - 10:20

Hay cosas, que no hay por donde cogerlas. Resulta que el Gobierno lleva molesto la tira por la presencia de jipis en las plazas. Que si acampadas, que si indignación, que si asambleas… Resulta que ahora viene el Papa no sé cuándo, y aprovechando que algunos comerciantes de Sol se quejan de la disminución de las ventas (jamás encontré a un tendero o a un agricultor declarando que las cosas le vayan bien), el amo suelta a los perros y la espuma en las quijadas de los burros o como se diga.

 Y en esta ocasión les ha salido bien. Alevoso ataque nocturno, palas excavadoras, cubas y limpieza expeditiva de las estructuras empleadas por los protestatarios. A continuación, mano dura, golpizas, detenciones y policías dando los preceptivos partes de lesiones para cobrar la baja por tendinitis (jamás he visto a un policía herido, salvo a uno que en una carga se chocó conmigo y salió despedido como diez metros al rebotar).
 Pero, claro, problema: los indignados pueden volver. ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo conseguir la protección del pequeño comercio, y el inalienable derecho a comprar la camiseta de la selección española y el rosario de la Almudena? Pues cercando la plaza a cal y canto. Piquetes policiales en las calles, el metro pasando de largo por Sol, los autobuses dando rodeos, y un puesto de mando policial, con sus tiendas verdes, sus arradios transmisores, armarios empotrados, jundos con pose de matasiete… Digo yo que aprovechando que están en la Plaza, podrían habilitar los sótanos de la Real Casa de Correos para interrogar a los sediciosos como Dios manda. Ya se sabe, esas paredes conservan viejos ecos de dientes arrancados y brazos partidos. Viendo el talante que se gasta en los medios gubernamentales, no les costaría a sus esbirros ningún esfuerzo recuperar esas viejas tradiciones.
 Ahora bien, ¿pueden esos pequeños comerciantes de Sol, vender sus baratijas a los incautos turistas, con la plaza bloqueada por una cantidad ingente de individuos vestidos de azul y armados hasta los dientes? Evidentemente, no. Una turista cualquiera, por ejemplo, una jubilada danesa, llega al puesto de control, y en lugar de pensar que está en la Libre España, ha de creer que se encuentra en el Chile de Pinochet. Lo lógico, salir huyendo sin comprar esa bella peineta, o ese abanico con la estanquera y el toro.
 La cosa se complica, porque el PP amenaza con sacar a la calle a sus 90.000 seguidores con carnet, y plantarlos en Sol para apoyar a los pequeños comerciantes. No sé si esos advenedizos conseguirán levantar al pequeño comercio, pero los vendedores de castañuelas tienen que estar temblando ante la ola de hurtos subsiguiente a la invasión de semejantes trepas.
 Comercio justo de montera torera, lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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Acratosaurio Rex, ya está en el facebook, desconcertado, pero allí está.


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