Jornada de reflexión le llaman, y los junteros han jurado proteger la ley y la reflexión. Para ello han considerado que concentrarse, manifestarse, discutir en ese día, en torno a los acontecimientos que nos sacuden, es hacer campaña electoral. Anteponen de ese modo la Ley Electoral española a la Declaración Universal de Derechos Humanos. No es que esa declaración sea muy seguida por Estados, banqueros y demás calaña. Pero es una declaración como más superior y más impresionante, que una ley electoral local, acuñada para permitir que una banda nos gobierne.
Bueno, la Junta prohíbe cualquier acto que pueda interferir en las sagradas votaciones del domingo… Yo no creo que esa juntilla pueda prohibir ni un pijo, porque, ¿puede prohibir este libelo que estoy escribiendo, y que va a estar expuesto a la vista de todos en la jodida jornada? Seguro que interfiere con algo. ¿Puede prohibir a la prensa que hoy día comenta el asunto, o a los miles de blogs que expresan su disconformidad, los comentarios de los lectores…?
Montones de personas, a través de internet, de panfletos, o de simples conversaciones en bares, en plazas o en recintos hogareños, pueden estar comentando si votar o no votar, si hacerlo a este o al otro… Esa es la esencia de la libertad de expresión, que ahora mismo está siendo defendida por miles de individuos que no han obedecido la orden. La desobediencia, cuando es masiva, se vuelve una verdad incómoda para el poder.
El asunto es muy simple: siendo la verdad un artículo escurridizo, que cambia de un día para otro, la manera de permitir que aflore la nueva verdad es dejando que cualquiera pueda decir lo que se le ocurra, y esa multitud de ideas contrapuestas y diversas, es la garantía de que las cosas se moverán, variarán, evolucionarán y producirán nuevas verdades. Esa es la bondad de la Libertad de Expresión: suponer que si todos podemos decir lo que pensamos, podremos elaborar las mejores soluciones a un problema.
Pero bueno, para la Junta Electoral, la verdad está en la Ley, en la interpretación que realizan, y es inamovible. La Libertad de Expresión se clausuraba a las cero horas del veintiuno de mayo. Nada de llamamientos al “voto responsable”, nada de silencio reflexivo… Está claro que la Junta apuesta por una jornada irreflexiva y por el voto irresponsable. ¿Se prohibirán a sí mismos la existencia? Porque la mera existencia de esa Junta, de sus prohibiciones y declaraciones, también condiciona el voto.
En resumen: donde mucha gente protesta, poco pueden hacer los jueces, los antidisturbios y los diversos cuerpos policiales, a no ser que les resultase indiferente o beneficioso empezar a lanzar gases. Cosa que sería un tanto barroca antes de desprecintar las urnas, y que podría, de camino, generar un estallido social.
Irreflexivos e irresponsables, lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.