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Reformistas con "R" mayúscula

Enviado por Acratosaurio rex en Sáb, 23/04/2011 - 09:33

¿Revolucionarios o reformistas?, —me preguntaba Malatesta una mañana en el café—. Revolucionarios, por supuesto. Siempre socavando el poder, incumpliendo sus reglas, moviéndonos en las turbias aguas de lo prohibido, de cara a pasear la cabeza del Comerciante de Grano, en la picota. Caminar decididamente hacia el Gran Cambio empleando tácticas y estrategias adecuadas, y adecuar la conducta, a las ideas que se dicen propias.

 
Pero, ay. Resulta que revolucionario se puede decir casi que cualquiera que propugne un orden revolucionario. Así que decir que algo es revolucionario, no nos dice gran cosa. Vete a saber qué clase de engendro está engendrando, vete a saber cuál revolucionario.
 
En la actualidad hay algunos y algunas que, un tanto hipnotizados por un pasado mítico que no conocieron (el de la URSS, el de la República), hablan de revolución, y consideran que los que no son de su grupete, son blandos, difusos, amorfos, burgueses, enemigos de la revolución. Y así, cogen las viejas banderas con alfabeto cirílico y algún que otro muerto, ocupan alguna avenida de la Gran Ciudad, y marchan marciales (eso intentan), solo que sin metralletas y sin cabra de la Legión, en uniforme de chándal o en pantalón corto. Desfiles que cambian la ropa de camuflaje, por la deportiva de algún taller chino.
 
Pero da igual. Sólo me parece estéticamente deleznable. A nivel práctico esas cosas son tan inocuas como un concierto, y, dicho sea de paso, menos ruidosas.
 
Total, ¿que qué buenas condiciones debe reunir un buen revolucionario anarquista? Los expertos en revolución anarquista (1), aseguran que un buen revolucionario libertario tiene que emplear siempre la acción directa, favorecer la organización popular, dejando que se expresen y desarrollen las tendencias más radicales y puras de la Clase (2). Todo ello funcionando al margen de la norma estatal, judicial, y política, ya que de meternos en ese vericueto a lo más que llegaremos será a reivindicar ante el poder, y no a favorecer su disolución (3).  
 
El único acatamiento que deben las personas, es a ellas mismas, y así ha de ser. Individualmente, el compromiso personal con la no-opresión, con la no-dominación, ha de vencer las poderosas barreras que establece la sociedad capitalista a través de la rutina. Eso puede hacerse desde ya (ejem). Luego, colectivamente, uniendo los esfuerzos de todos esos unos en la acción concertada, no concediendo condescendencia a ningún tipo de sometimiento. Y de la expansión de esta acción política emancipatoria, soberana, asentada en lo personal, proyectada hacia lo común, es de donde surge la posibilidad de que la revolución sea realmente destructiva, liquide el orden opresivo, e impida el surgimiento de nuevos califas y visires (4).
 
Por un Reformismo de “R” mayúscula (5), lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
 
 
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NOTAS
 
(1) Los expertos consultados han sido Juanita la Chota y Marisa la Pitonisa.
(2) No veas
(3) Hala
(4) Toma castaña
(5) No es que estas divagaciones aclaren gran cosa, dado que poca gente consigue ponerse de acuerdo en torno a los pasos tácticos que hay que seguir para desarrollar las líneas estratégicas, y suelen las discusiones acabar en acusaciones de reformismo y de ineficacia. Pero bueno, ahí queda eso.

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