Eso ha pasado. He perdido a mi agente para Islandia. Yo venga a hacerle señales con la linterna, inquieto porque no me contestaba…, y resulta que se había marchado. Estábamos planificando conquistar Zaragoza por el Ebro, con una flota de submarinos, y ya no va a poder ser, porque a mí no me cabe su ropa. Se ha ido uno de los nuestros, uno de esos cuyo hogar se encuentra allí donde se pone el corazón.
David Rutte Arnedo, fue la salamandra jefe, de voz tremenda y extraña, vital, viajera e inquieta. Explicó claramente a quien quiso escucharla, que quienes preparan, aprovechan y desencadenan todos los males que te aquejan, son todas las empresas, todos los bancos y todos los Estados. Frente a quienes esperan un cataclismo salvador, que nos libere de la tiranía de esos males, David afirmaba que la Naturaleza no puede estar arreglando continuamente lo que nosotros rompemos. Así que manos a la obra.
Por supuesto, pensaréis, ya sabemos eso. Lo dijo Einstein, o Gandhi, o Nerón, o alguno así, hace un millón de años. Claro, todo lo dicho ha sido ya dicho en algún momento del pasado, pues no en vano somos todos iguales, David siempre insistía en ello, nuestros esqueletos son los mismos, nuestros deseos son idénticos, todos pensamos las mismas cosas. Lo que varían son las peculiaridades en los afectos. Por eso, lo importante no está en lo que se dice, sino en cómo se dice.
David decía la verdad de las cosas, de una manera sutil, irónica, divertida. Él traducía las instrucciones de uso de diversos electrodomésticos: batidoras, tostadoras, termos... Pues bien, en esa literatura tan oscura, David era capaz de introducir ideas luminosas. Cada vez que lees un manual de instrucciones de un cacharro que compraste, si lo entiendes a la primera (y corres a devolverlo), es porque lo tradujo David.
David fue también un artista. El arte dicen que no ha de tener motivación económica, porque el arte es aquello que surge de uno con un afán estético. Por eso solo los niños muy pequeños pueden ser artistas. En ese sentido David fue un artista desreconocido, ya que si en algún instante tuvo intereses económicos artísticos, fueron tan sumamente clandestinos que no hay quien les eche el ojo.
David, hasta en su último aliento, fue pequeño, fue artista, fue bromista: Falleció justo un segundo antes de poder perdonar a sus enemigos.
David Rutte Arnedo, lagarto mortal, su Patria fue la suela de sus botas. Pasó fugazmente por este mundo: luchó, sufrió y amó. Nosotros saludamos a tu consciencia perdida. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
-------------------
David Rutte Arnedo. Zaragoza 20 de julio de 1975 - Zaragoza 23 de diciembre de 2010