Hay una creencia errónea, que se está difundiendo de una manera amplia, y a la cual el Acratosaurio quiere salir al paso. La cosa es tan simple que no me demoraré mucho.
Resulta que hay militantes, que tienen la peregrina idea, que los cambios que se están produciendo (para mal) en la economía de los trabajadores, van a llevar a una mayor conciencia social y movilización, que podría provocar un cambio de la estructura social. Es algo absurdo.
La precariedad se lleva instalando en el país desde hace décadas, y por el contrario, la movilización no se ve por parte alguna. El mundo está lleno de pobres, y si los pobres quisiesen hacer la revolución, la hubieran hecho ya hace la tira.
Si la pobreza crease revolucionarios, como dice Lucio Urtubia, los gobiernos hubiesen eliminado la pobreza para evitar la revolución. Si la miseria llevase a la conciencia, los capitalistas repartirían su dinero a los pobres. Pero no es así: la pobreza y la miseria benefician al rico. Pasar hambre, a lo que lleva a la gente es a buscar comida.
Cuando hay hambre y miseria, los Estados son más potentes. El Holomodor Ucraniano, la hambruna de Corea del Norte o el Periodo Especial cubano, no derribaron a Stalin, a Kim o a Fidel. El hambre les hizo más fuertes, porque las oficinas de reclutamiento de la policía se llenan de hambrientos dispuestos a matar por un sueldo.
Así que lo que podría dar la vuelta a la tortilla, es la consabida receta: la unión de los dominados que amen la libertad; la acción colectiva de las personas que con dinero o sin él, no tragan con lo establecido; incidir en aquellos puntos en los que el enemigo se muestra débil; evitar los enfrentamientos en el terreno en que es fuerte; emplear la fuerza del adversario con inteligencia volviéndola contra él; analizar los errores cometidos, las tácticas y estrategias del poder, aprender de él sus aciertos y evitar sus desaciertos… Organizarse y a la batalla.
Por eso es prioritaria, en la crisis del capitalismo, la lucha contra la pobreza, no solo económica, sino moral, que hace que las oficinas del INEM estén llenas de gente apática moviendo papeles. El activismo se tiene que traducir en movimientos colectivos, en grupos solidarios que se salgan de los caminos trillados de los partidos, las instituciones, las subvenciones, los especialistas y los caudillos.
Estas son las referencias teóricas del Orden del Día. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.